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Un estudio epidemiológico del Instituto de Salud Carlos III ofrece nuevos datos sobre el consumo del tabaco en el embarazo, un hábito nocivo al que la OMS dedica una campaña de sensibilización mañana con el Día Mundial Sin Tabaco.
Cuando una embarazada fuma, el monóxido de carbono y la nicotina del humo de tabaco pueden interferir con el suministro de oxígeno al feto. Además, la nicotina cruza fácilmente la placenta y las concentraciones de nicotina en el feto pueden ser hasta un 15% mayor que los niveles maternos. Los efectos adversos del hábito de fumar durante el embarazo incluyen complicaciones en la gestación, muerte fetal, parto prematuro, un retraso en el crecimiento fetal y bajo peso al nacer, así como varios tipos de defectos congénitos graves asociados a discapacidad.
En algunos casos, fumar durante el embarazo también conlleva un riesgo de sufrir abortos espontáneos y el síndrome de muerte súbita del lactante. Incluso antes del embarazo, el tabaco es una exposición que debe evitarse porque puede afectar a la fertilidad de la pareja y a la formación de las células reproductivas.
Con todo, uno de los daños más frecuentes de la exposición intraútero del bebé a las toxinas del humo del tabaco es la disminución del crecimiento de los pulmones y de la función pulmonar, lo que también puede afectar al cerebro. Además, los niños expuestos al humo corren el riesgo de agravamiento del asma, neumonía y bronquitis, así como infecciones frecuentes de las vías respiratorias inferiores.
Precisamente, este año, el Día Mundial Sin Tabaco, con el que la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte a la población de los riesgos sobre la salud de este hábito nocivo hace hincapié en la salud pulmonar.
El Instituto de Salud Carlos III, a través de una colaboración científica entre el Estudio Colaborativo Español de Malformaciones Congénitas, el Instituto de Investigación de Enfermedades Raras y el Centro Nacional de Epidemiología, ha realizado un estudio pionero en España que describe la situación actual y las tendencias del consumo de tabaco durante el embarazo entre 1980 y 2016.
La muestra se constituyó por 40.934 mujeres embarazadas, madres de los controles participantes en el estudio Ecemc (recién nacidos sin defectos congénitos) registrados en dicho período en toda España. En el trabajo participan en el ISCIII Iñaki Galán, investigador científico del Centro Nacional de Epidemiología, y Eva Bermejo, científica del Instituto de Investigación de Enfermedades Raras y Coordinadora científica del Estudio Colaborativo Español de Malformaciones Congénitas (integrado por una Red Clínica de más de 300 pediatras de toda España). También ha colaborado Ana Salinas, residente de Medicina Preventiva y Salud Pública en el Hospital Clínico San Carlos, de Madrid.
El porcentaje de embarazadas fumadoras en 2016 fue de 20,4%, frente al 14,3% registrado en 1980, y es superior en mujeres menores de 30 años (28,7%) que en las de 30 años o más (17,6%). Las embarazadas de nivel educativo más bajo mostraron una mayor proporción (32,9%) que las de nivel intermedio (21,2%) y superior (14,4%). Además, un 66% de las gestantes mantuvo el consumo durante todo el embarazo y solo un 22% dejó de fumar durante el primer trimestre. Los investigadores presentarán el estudio, aún pendiente de publicación, en el próximo congreso nacional de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), en septiembre.
La edad de inicio influye en la mortalidad
Otro estudio epidemiológico, dirigido desde el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), concluye que una persona que empiece a fumar a los 12 años tiene más riesgo de morir y de sufrir una enfermedad cardiovascular que una que lo haya hecho a partir de los 18. En el estudio también han participado médicos del Hospital del Mar y el Ciber de Enfermedades Cardiovasculares (CiberCV). El estudio aparece en Preventive Medicine.
El trabajo está dirigido por Roberto Elosua, coordinador del Grupo de Epidemiología y Genética Cardiovascular del IMIM, Jaume Marrugat, director del Programa de Epidemiología y Salud Pública de esta institución y Albert Clarà, jefe del Servicio de Cirugía Vascular del Hospital del Mar. En él se ha seguido durante más de 7 años a un grupo de 4.499 personas adultas, con edades entre los 25 y los 79 años, del estudio Regicor (Registre Gironí del Cor), fumadoras o que habían fumado (se repartían casi al 50% entre los dos grupos). Se ha analizado si durante este período han desarrollado una enfermedad cardiovascular, han muerto por este motivo o por cualquier otro motivo.
Según los datos del seguimiento, durante estos 7 años murieron 361 personas y 210 presentaron una enfermedad cardiovascular, como un infarto de miocardio, angina de pecho o ictus cerebral. Como destaca Elosua, último firmante del estudio, “hemos observado que, por cada año de precocidad en el inicio del consumo de tabaco, el riesgo de mortalidad se incrementa un 4%, es decir, una persona adulta que empezó a fumar a los 12 años, tiene un 4% más de posibilidades de morir en los próximos 7 años que una persona que empezó a fumar a los 13, y esta, un 4% más de riesgo que otra que empezó a fumar a los 14”.
Prohibición en el vehículo con menores
Por su parte los investigadores del Instituto Carlos III Galán y Bermejo han abundado en la necesidad de impulsar la lucha contra el tabaco: “Los países deben responder a la epidemia de tabaquismo mediante la plena aplicación del Convenio Marco para el Control del Tabaquismo de la OMS, lo que implica la formulación, la aplicación y el cumplimiento de las políticas de control del tabaco más eficaces, destinadas a reducir la demanda”. Según añaden, España podría beneficiarse de incluir en la regulación nuevas medidas sanitarias “como el empaquetado genérico en las cajetillas de cigarrillos y otros productos de tabaco, así como la prohibición del consumo de tabaco en vehículos privados donde viajen menores”.
Son mensajes que coinciden con los lanzados por la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) con motivo también del Día Mundial sin Tabaco. “Las medidas más eficaces frente al tabaquismo son las que la OMS resume mediante la iniciativa Mpower y consisten en monitorizar y medir el consumo de tabaco, proteger a la población del humo de tabaco, ofrecer ayuda para el abandono del tabaco, warning o advertir de sus peligros, enforce o prohibir la publicidad de tabaco y ‘raise’ o subir los impuestos del tabaco”, recuerdan desde la Separ.
La OMS destaca que más del 40% de las muertes relacionadas con el tabaco se deben a enfermedades pulmonares como el cáncer, las enfermedades respiratorias crónicas y la tuberculosis. “Cada año, el tabaco mata a 8 millones de personas, como mínimo, y varios millones más padecen cáncer de pulmón, tuberculosis, asma o enfermedades pulmonares crónicas causadas por el tabaco”, ha afirmado el director general de la OMS, Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus.
En España, según recuerdan desde la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), se estima que para el año 2019 se detectarán 22.083 casos de cáncer de pulmón en varones y 7.420 en mujeres. Además, el hábito de fumar sigue siendo el responsable del mayor número de muertes por cáncer en la Unión Europea, y el 85-90% de los casos de cáncer de pulmón pueden atribuirse directamente al tabaco (fumadores activos o fumadores pasivos).
A pesar de estas cifras, la presidenta de SEOM, Ruth Vera, aporta un mensaje positivo: “Nunca es tarde para dejar el hábito tabáquico. Los beneficios de dejar de fumar empiezan desde el primer día y a los 10 años de haber abandonado el tabaco el riesgo de morir por un cáncer de pulmón se reduce a la mitad. Dejar de fumar antes de los 40 años, reduce la probabilidad de muerte por enfermedades relacionadas con el tabaco en un 90%”.
Advertencia desde la OMS
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