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El porcentaje de mujeres con diagnóstico de depresión tras un parto aumenta con el grado de instrumentalización del proceso, y afecta al 6,8 por ciento de las mujeres que paren por cesárea frente al 5,8 por ciento de los partos vaginales instrumentalizados (usando por ejemplo espátulas, fórceps o ventosa), y el 5,65 por ciento en los no instrumentalizados (que incluyen partos con epidural, episiotomía y naturales).
Así concluye un informe del Servei Català de la Salut (CatSalut), que ha analizado la utilización de recursos sanitarios según el tipo de parto entre 2014 y 2016 en Cataluña, y que ha detectado un mayor uso de antidepresivos en las mujeres que han sufrido una cesárea, ha explicado en una entrevista el experto en salud reproductiva Ramon Escuriet.
Metodología del estudio
El informe se ha basado en datos de partos de un solo niño y gestación a término (el 91 por ciento de los atendidos), en mujeres primerizas con embarazos no complejos, y ha visto que se usan más recursos durante el primer trimestre postparto en los partos vaginales instrumentales y las cesáreas, con más uso de la Atención Primaria, las urgencias, las consultas de especialistas y los antibióticos (a menudo como proxilafis).
El mayor pico se da en el uso de analgésicos, con cerca del doble en cesáreas que en partos no instrumentales, y tanto en cesáreas como en partos instrumentales han detectado una tasa superior de uso de antidepresivos, que en el caso de las cesáreas se mantiene en el primer año postparto: «Es algo que nos obliga a analizar qué está pasando, porque no esperábamos encontrarlo».
El estudio detecta grandes diferencias entre hospitales en referencia a la medicalización: «Nos hace pensar que a veces se puede evitar. Si analizamos las mujeres según sus condiciones, no debería haber diferencias entre hospitales» en la realización de cesáreas o el uso de fórceps o espatulas, instrumentos que hacen que el suelo pélvico sufra más.
mayo 05/ 2019 (redacción médica)