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Los expertos del sueño típicamente recomiendan terminar cualquier actividad vigorosa unas tres horas antes de acostarse, pero un estudio australiano con una muestra reducida no ha encontrado que 30 minutos de entrenamiento a intervalos de alta intensidad, a última hora del día, tuvieran impacto negativo alguno sobre el sueño.
El estudio controló la calidad y cantidad de sueño de 11 hombres de mediana edad tras completar 30 minutos de ejercicio a intervalos de alta intensidad en una bicicleta estática. Hacían ejercicio de intensidad completa durante un minuto y entonces descansaban cuatro minutos. Repetían ese ciclo seis veces, durante media hora.
Los investigadores observaron cómo dormían los participantes tras realizar una sesión de ejercicio entre las seis y siete de la mañana, de dos a cuatro de la tarde y de siete a nueve de la noche. También se midió el impacto del ejercicio sobre la sensación de hambre.
Hubo diferencias muy menores que indicaron que el tiempo total de sueño fue más corto tras el ejercicio matutino, seguido por el ejercicio nocturno, y la duración del sueño fue mayor tras el ejercicio vespertino. El ejercicio nocturno tampoco hizo que tuvieran dificultad para conciliar el sueño: apenas hubo diferencias de uno o dos minutos entre los grupos.
Aunque los investigadores observaron una reducción en los niveles de grelina, no se apreció aumento alguno en la sensación de hambre. Según los autores, quizá se precisaría haber hecho ejercicio de forma más constante para notar un cambio. El estudio fue publicado por Exp Physiol 2019.
marzo 19/2019 (neurologia.com)