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La ampliamente extendida noción de que el desayuno ayuda a perder peso, al reducir el apetito conforme avanza la mañana, se ha visto ahora rebatida por los resultados del examen conjunto de 13 ensayos clínicos que han investigado la relación entre desayuno y peso corporal.
A pesar de la inconsistencia entre los resultados de los diferentes estudios los investigadores hallaron una pequeña diferencia (0.44 Kg) en favor de los participantes que no desayunaban habitualmente. La ingesta total diaria de energía fue también menor en este grupo.
Los autores concluyen que la adición de desayuno a la dieta puede no ser la mejor estrategia para perder peso, si bien también admiten que la baja calidad de los ensayos examinados impone la necesidad de estudios adicionales mejor diseñados.
Flavia Cicuttini, investigadora en la Universidad de Monash y directora del equipo investigador, afirma que estudios previos habían sugerido que las propiedades saciantes de la comida declinan con el avance del día, por lo que la ingesta al inicio de éste promovería mayor grado de saciedad que la ingesta realizada después. Sin embargo, la población que se salta el desayuno tiende a diferir socioeconómicamente de la que sí desayuna, la cual a su vez tienden a presentar hábitos de vida más saludables. Estos factores no han sido suficientemente controlados, afirma Cicuttini, reduciendo por tanto la fiabilidad de los resultados de esos ensayos. Otros estudios aleatorizados no incluidos en este análisis han demostrado ausencia de efecto del desayuno sobre el peso corporal y de beneficio global en este ámbito.
Los autores también advierten del riesgo de recomendar el desayuno a personas con hábitos alimentarios bien establecidos, especialmente ancianos, en los que la adición de calorías puede tener un efecto adverso en el control del peso corporal.
febrero 22/2019 (immedicohospitalario.es)