La agitación es un síndrome que puede corresponder y reproducirse en múltiples situaciones clínicas, lo cual implica la necesidad de establecer, en primer término, un diagnóstico diferencial con el objetivo de abordarlo adecuadamente.
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Razones orgánicas, físicas, intoxicaciones por sustancias -que suelen ser circunstanciales o puntuales- o causas psiquiátricas, conforman el entorno en el que un paciente puede mostrar agitación con menor o mayor gravedad de la sintomatología: estado de excitación aumentada, sensación interna de tensión y ansiedad, inquietud motora, irritabilidad, actividad psicomotora inadecuada y aumentada, elevada capacidad de respuesta a estímulos, así como angustia emocional y física grave.
La agitación de carácter psiquiátrico supone el 50 por ciento de todas las causas y se caracteriza por su posibilidad de repetición, lo que puede convertirla en “la puerta de entrada del ingreso hospitalario, así como de situaciones complejas en el propio domicilio familiar del paciente. Al tratarse de una alteración recurrente requiere de un diagnóstico y un tratamiento muy exhaustivo”, explica a DM José Manuel Montes, jefe de Sección del Servicio de Psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid.
Reacción en cascada
Los episodios de agitación aparecen sobre todo en los denominados trastornos mentales graves, como la esquizofrenia y el trastorno bipolar fundamentalmente, y pueden presentarse en cualquier momento: como debut de la enfermedad o como consecuencia de su evolución. Cuando ya existe un diagnóstico es muy probable que el paciente presente alguna crisis en varios momentos de su evolución. De ahí que Montes haga hincapié “en detectarla precozmente e incluso en evitar su aparición, ya que muy probablemente sea un marcador del inicio o los primeros síntomas de una recaída”. Además, eliminar su desarrollo produce una cascada de beneficios: menos necesidad de acudir y tratar en urgencias de forma aguda o de ingreso hospitalario puntual, que es necesario en muchas ocasiones.
Según Montes, como la enfermedad psiquiátrica es crónica y recurrente por definición, su evolución natural puede provocar que, en cualquier momento, se inicie una recaída. “La falta de adherencia terapéutica o un tratamiento insuficiente pueden precipitar con más facilidad un episodio de agitación, pero también hay factores causantes, incluso manteniendo el tratamiento: situaciones de la vida cotidiana que producen estrés repercuten de forma significativa en pacientes vulnerables”.
La prevención, por tanto, de los episodios de agitación es esencial. A pesar de que es complejo adelantarse a la situación, por la variabilidad de los síntomas, tanto por parte del paciente como del cuidador, “si la enfermedad de base está diagnosticada, los profesionales médicos pueden “empoderar” al paciente con información para que identifique sus propios síntomas, así como los pródromos que anuncian la agitación con el objetivo de que pueda llevar a cabo un control adecuado; él o sus cuidadores”.
La profilaxis ideal también debería contemplar la posibilidad de administrar una medicación de actuación rápida y eficaz, una vez identificados los pródromos, porque abortaría el inicio del episodio de agitación. Actualmente, y según explica Montes, existen medicaciones de administración oral que tardan un poco más en conseguir el efecto deseado, y algunas intramusculares, más difíciles de controlar por el paciente o su cuidador.
Profilaxis inhalada
El futuro viene marcado por un tratamiento inhalado, que en estos momentos es de utilización hospitalaria con una eficacia comprobada, y sobre el cual se está llevando a cabo un ensayo multicéntrico nacional, conocido como At Home, para confirmar su seguridad en caso de que su indicación se extendiera a uso domiciliario. Se trata de la loxapina inhalada, un antipsicótico tradicional cuya peculiaridad futura sería precisamente la de la nueva forma de administración inhalada.
“Cuando se inhala, la eficacia de la loxapina aparece en minutos, por no decir casi en segundos; tiempo necesario para frenar y eliminar esa escalada de agitación que se va produciendo y que es muy rápida. Al cabo de 3 o 4 minutos, es posible que la situación sea ya irrecuperable. Necesitamos actuar en el minuto o minutos previos a la agitación con eficacia. Y lo ideal sería que el paciente o su cuidador lo pudiera utilizar sin necesidad de tener que acudir a la urgencia, porque es muy probable que ya sea tarde y la secuencia de la recaída se haya activado”.
En estos momentos, la loxapina inhalada está indicada para uso hospitalario en esquizofrenia y trastorno bipolar, aunque Montes considera que “cualquier otro trastorno capaz de generar episodios de agitación puede beneficiarse de sus efectos: trastornos de personalidad u otras alteraciones psicóticas, entre otros”. Se desconoce cuándo llegará la indicación para uso extrahospitalario, pero se espera que los datos del ensayo español y de otros similares internacionales den la luz verde de salida.
El psiquiatra subraya que la aparición de episodios de agitación supone una merma gradual en el desarrollo de la enfermedad mental. “Prevenir significa favorecer la evolución de la enfermedad. Al igual que en otras dolencias, si existen menos recaídas el pronóstico y la evolución es más favorable”. En este sentido, y según los datos más actuales derivados de la experiencia con el uso de loxapina inhalada podría reducir en casi un 50 por ciento las recaídas, según Montes. “Si consideramos que la mayor parte de las recidivas se van a producir por episodios de agitación, es probable que con este abordaje podríamos disminuirlas en la mitad de los casos. Significa también reducir en el mismo porcentaje los ingresos hospitalarios por esquizofrenia y trastorno bipolar”.
enero 13/2019 (diariomedico.com)