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Los circuitos neuronales de señalización del dolor son muy complejos, ya que hay una enorme cantidad de genes implicados en el proceso de transmisión.
Un equipo de investigadores argentinos ha analizado genes relacionados con el dolor para encontrar entre sus variantes una correspondencia con las percepciones manifestadas por distintos grupos de personas.
La información biológica mostró diferencias con poblaciones de otros continentes en la variación de tres genes: COMT, OPRM1 y OPRK1. Al comparar las poblaciones argentinas estudiadas, las variaciones entre los habitantes de cada lugar para esos genes no fueron tan importantes, aunque sí para otro gen, IL-1Ra. En ciertas comunidades nativas, este último gen presentaba una variante relacionada con los procesos inflamatorios, que se caracterizan por la presencia de dolor, con mucha más frecuencia que en otros grupos.
El antecedente de esta línea de investigación radica en experiencias con modelos de ratón realizadas hace poco más de una década. Las pruebas consistían en infligir al animal algún tipo de dolor sin llegar a causarle una lesión. Por ejemplo, colocarlo en una cabina con el piso caliente (hotplate) y observar cuánto tiempo tardaba en lamerse las patas delanteras, señal de que la temperatura lo estaba afectando. El paso siguiente era analizar genéticamente a cada individuo para detectar las variantes y sus correlaciones con la manifestación del dolor.
Lo observable desde el punto de vista genético podría tener gran aplicación en la medicina personalizada, dado que no todas las personas responden de igual modo a los analgésicos. Conocer las variantes genéticas de las poblaciones permitiría en un futuro identificar subgrupos con diversos grados de sensibilidad a los analgésicos y aplicar tratamientos contra el dolor más adecuados. El estudio se publica en J Oral Facial Pain Headache 2018.
enero 2/2019 (neurologia.com)