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Para que aparezcan problemas de comportamiento, como ansiedad, agresividad, esquizofrenia o depresión no hace falta que se produzca ‘una catástrofe’ en el cerebro, sino un ligero desequilibrio entre neurotransmisores, moléculas que permiten el intercambio de información entre neuronas.
Esta es una de las conclusiones de un trabajo realizado en ratones que se publica en Cell Reports, en el que sus autores, liderados por científicos del español Instituto de Neuros de Alicante, constatan que detrás de este ‘desbalance’ en el circuito neuronal está el gen Grik4, en concreto un exceso de dosis del mismo.
Para mantener una función cerebral adecuada es necesaria una buena regulación del equilibrio entre la transmisión sináptica -comunicación entre las neuronas- excitatoria e inhibitoria, lo que sería el equivalente al ‘acelerador y el freno’, respectivamente, del sistema nervioso, recuerda el instituto en una nota.
Esto se logra con la liberación de las dosis adecuadas de sustancias químicas o neurotransmisores de uno u otro tipo -entre ellos, serotonina, dopamina, endorfinas, adrenalina, GABA o glutamato-.
Cuando la dosis de alguno de ellos no es la adecuada el equilibrio en el circuito se rompe y aparecen patologías como la ansiedad, depresión, esquizofrenia, trastorno bipolar o autismo, explicó a Efe el investigador Juan Lerma, director del grupo de Fisiología Sináptica del Instituto de Neuros.
En este trabajo se constata que la sobreexpresión del gen Grik4 afecta a la comunicación neuronal.
‘Hemos encontrado en la amígdala cerebral -vinculada a la agresividad, emociones, depresión o ansiedad- que la simple sobreexpresión de ese gen en las neuronas que componen el circuito produce un cambio en la eficacia de la comunicación entre esas neuronas’, explicó Lerma.
Además detalló que se trata de una modificación ligera, no drástica, pero suficiente para que aparezcan problemas de comportamiento, ‘lo que llama la atención’.
En concreto, el gen Grik4 es esencial para regular receptores del neurotransmisor excitatorio glutamato -relacionado con la información sensorial, motora y emocional, la memoria, etc-.
Esta investigación apunta que las alteraciones del comportamiento que caracterizan a patologías como la ansiedad, la depresión, la esquizofrenia, el trastorno bipolar o el autismo pueden tener un mecanismo común: un exceso en la tasa de liberación del principal neurotransmisor excitatorio del sistema nervioso central, el glutamato.
Y las manifestaciones que caracterizan a cada una de ellas dependerían del área del cerebro afectada por ese desequilibrio, en este caso la amígdala cerebral.
‘Hemos reproducido en modelos de ratón la duplicación de un fragmento del cromosoma 11, que contiene el gen Grik4, que se sabe ocurre en el autismo, y hemos visto que tiene un efecto en el comportamiento de los ratones semejante al que ocurre en humanos’, aclaró Lerma.
Los roedores portadores de esta duplicación muestran signos de depresión, ansiedad y alteraciones de la conducta social características de las personas con trastornos del espectro autista.
Aunque se trata de una investigación básica y queda mucho trabajo por delante, ‘nuestros resultados destacan que la actividad aberrante persistente dentro de los circuitos cerebrales puede ser la base de los comportamientos disruptivos asociados a la enfermedad mental en humanos’.
julio 24/2018 (EFE)