Durante una ola de calor se resienten no solo el termostato interior y los hielos de la nevera, sino también la capacidad cognitiva. Un equipo de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, dirigido por José Guillermo Cedeño-Laurent, lo ha comprobado en 44 estudiantes de 20 años: 24 de ellos vivían en edificios con aire acondicionado y el resto en edificios más antiguos carentes de él.
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Los investigadores equiparon la habitación de cada alumno con un dispositivo que midió la temperatura, los niveles de dióxido de carbono, la humedad y los niveles de ruido, y rastrearon su actividad física y patrones de sueño con dispositivos portátiles. Aprovecharon una ola de calor en Boston en el verano de 2016, y durante doce días plantearon a los alumnos a través de los móviles pruebas sencillas para evaluar su capacidad cognitiva y velocidad de respuesta después de despertarse: distinción de colores y sumas y restas.
Según publican este mes en PLoS Medicine, los estudiantes sin aire acondicionado obtuvieron peores resultados en cinco medidas de función cognitiva, como los tiempos de reacción y la memoria de trabajo: un 13,4 % más tiempo de reacción en las pruebas de color y un 13,3 % menos puntuación en las pruebas aritméticas. Una comprobación superflua de que la falta de sueño y la deshidratación adormecen las neuronas.
julio 20/2018 (diariomedico.com)