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Un estudio ha asociado crecer en espacios verdes durante la infancia con cambios estructurales beneficiosos en la anatomía cerebral, lo que redundaría en una mejora de la función cognitiva.
El estudio se realizó en una subcohorte de 253 escolares. La exposición a espacios verdes se estimó utilizando imágenes vía satélite de la zona de residencia de los participantes, desde su nacimiento hasta el momento del estudio.
La anatomía del cerebro se examinó por medio de imágenes de resonancia magnética tridimensional de alta resolución, y la memoria de trabajo y la falta de atención se evaluaron con tests por ordenador.
El análisis de datos mostró que la exposición prolongada al verdor se asoció positivamente con el volumen de sustancia blanca y gris en algunas partes del cerebro, las cuales se superpusieron parcialmente con las asociadas con puntuaciones más altas en las pruebas cognitivas.
Además, los volúmenes máximos de sustancia blanca y gris en las regiones asociadas con la exposición a los espacios verdes predijeron una mejor memoria de trabajo y una menor falta de atención.
Esta investigación se añade a la evidencia creciente que sugiere que la exposición temprana a los espacios verdes y otros factores medioambientales puede ejercer efectos medibles y duraderos en la salud a lo largo de la vida. El estudio fue publicado por Environ Health Perspect 2018.
abril 12/2018 (neurologia.com)