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Las autoridades del estado brasileño de Sao Paulo tratan de contener una ola de pánico ante un ‘brote’ de fiebre amarilla, que desde el retorno de la temporada estival multiplica los casos de una enfermedad a menudo letal.
‘No hay duda de que existe un brote de fiebre amarilla en Sao Paulo’, admitió recientemente en declaraciones a la AFP el coordinador del Control de Enfermedades de la Secretaría de Salud del Estado, Marcos Boulos.
Desde diciembre, el estado más poblado de Brasil (45 millones de habitantes, en un país de 208 millones) registró 58 casos de fiebre amarilla, 28 de ellos letales, frente a 53 casos y 16 muertes en los primeros once meses de ese año.
Se trata de una situación ‘nunca antes vista’, con casos diagnosticados en lugares próximos a centros urbanos. ‘Fue una situación imprevista, causando un perjuicio muy grande para la población’, afirmó Boulos en la entrevista telefónica.
Otras regiones, principalmente del sudeste, también encendieron las alarmas. En Minas Gerais, 25 personas han muerto entre julio de 2017 y el 23 de enero; y en Río de Janeiro, con 15 casos hasta el lunes de la pasada semana, se registran siete muertos en 2018.
El ministro brasileño de Salud, Ricardo Barros, sostuvo sin embargo que no puede hablarse aún de un ‘brote’, definido por los especialistas como un aumento de casos superior a lo previsto en un periodo determinado.
‘Aún no da para hablar de brote. Todos los años por esta época surgen casos de fiebre amarilla’, dijo Barros por teléfono a la AFP.
Pese a la diferencia de definiciones, tanto Boulos como Barros afirman que no hay motivos para el pánico.
‘Las personas creen que pueden contraer el virus independientemente de donde viven y de si se están expuestas a riesgos’, subrayó el coordinador de Control de Enfermedades .
‘No conseguimos pasar el mensaje de que la enfermedad es silvestre. No puede contraer la enfermedad quien no va a zonas boscosas’, agregó, descartando la posibilidad de una transmisión urbana del virus, a pesar de que decenas de casos se registraran en nuevas áreas.
Según Boulos, fue justamente el pánico generalizado lo que ocasionó una escasez de vacunas en el estado de Sao Paulo, declarado la semana pasada por la Organización Mundial de Salud (OMS) zona de riesgo de transmisión de la fiebre amarilla.
En pleno periodo de vacaciones escolares y con miles de visitantes por mes, el Jardín Botánico y dos parques zoológicos de Sao Paulo recién cerraron sus puertas, luego de que un mono fuese hallado muerto a causa del virus.
La fiebre amarilla provoca fiebre, escalofríos, fatiga, dolores de cabeza y musculares, generalmente asociados con náuseas y vómitos. Los casos severos conducen a una insuficiencia renal y hepática, ictericia y hemorragia.
La versión silvestre es transmitida por el mosquito a los humanos tras picar a un mono infectado; la urbana, por el mosquito tras picar a un humano infectado.
enero 28/2018 (AFP)