Nuevos hallazgos abren camino para reducir las secuelas en los pacientes que sufren un síndrome coronario agudo.

heart-disease-symptomsEl tratamiento del infarto agudo de miocardio (IAM) probablemente es una de las historias de mayor éxito de la medicina; hace treinta años, uno de cada cuatro pacientes que ingresaban con infarto fallecían en el hospital; en la actualidad, gracias al desarrollo de la angioplastia, la mortalidad se sitúa en un 5 por ciento. El reverso de ese buen hacer son las altas tasas de insuficiencia cardíaca, una secuela que aparece en muchos de los supervivientes tras un infarto.

Para evitarlo, es necesario optimizar la cardioprotección durante el infarto, de forma que se reduzca el daño por isquemia y reperfusión, para que no solo sobreviva el paciente, sino también que lo haga en las mejores condiciones posibles. Y en este punto es donde se centra parte de la investigación que está desarrollando Borja Ibáñez y otros científicos en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC), en Madrid, en colaboración con el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. Ibáñez articula esa colaboración que ya está dando frutos con hallazgos reseñables.

En concreto, la investigación en cardioprotección en el infarto, que comenzó hace una década en el Instituto Cardiovascular del Hospital Mount Sinai, de Nueva York, que dirige Valentín Fuster, también director del CNIC, ha permitido el reposicionamiento del betabloqueante metoprolol. El estudio Metocard mostró que la administración temprana de este fármaco, empleado desde hacía décadas, reduce el daño en el corazón y sus secuelas. Pero además, ha desvelado que esta molécula protege al miocardio a través de su acción directa en los neutrófilos, según lo publicado recientemente en Nature Communications.

La identificación de este fármaco fue una serendipia que surgió en la experimentación animal, cuando los científicos comprobaban si la modulación del sistema adrenérgico beta, tanto el bloqueo del receptor beta 1 como el estímulo del beta 3, funcionaba como protección.

Precisamente, así también han encontrado otro fármaco, un agonista del receptor adrenérgico beta 3, que podría ser útil en la hipertensión pulmonar. «Lo hemos visto en modelos experimentales y ahora lo estamos comprobando en un estudio clínico, Sphere, en el que participan cinco hospitales, bajo la coordinación del CNIC», apunta Ibáñez, quien también ha codirigido la elaboración de las guías clínicas para el tratamiento del IAM con elevación de ST de la Sociedad Europea de Cardiología.

‘Grasa para el corazón’

Otra de las grandes líneas de investigación que coordina Ibáñez se centra en la miocardiopatía dilatada; con una incidencia de 3 a 10 casos por 100 000 habitantes, esta enfermedad desemboca en muchos casos en una insuficiencia cardíaca que requiere un trasplante. En colaboración con un grupo del Instituto Max Planck en Colonia, que había encontrado una proteasa clave en la regulación mitocondrial y querían caracterizar su función en un modelo murino In vivo, han hallado que el uso del sustrato metabólico por parte de las mitocondrias está implicado en el desarrollo de la miocardiopatía dilatada. En concreto, vieron que los ratones knockout para una proteasa mitocondrial desarrollan un fenotipo muy parecido a estos pacientes, y que los cardiomiocitos mostraban una inversión en el consumo del sustrato para la producción de energía: consumían más azúcares que ácidos grasos, según publicaron en Science. «Lo sorprendente es que administrábamos a los ratones una dieta grasa y revertíamos la insuficiencia cardíaca. Ahora estamos replicando el experimento en modelo porcino y buscamos cuál es el componente de esa dieta que podría convertirse en un tratamiento nutricional en la miocardiopatía dilatada. Un programa Horizonte 2020 que coordino nos va a permitir indagar en varios candidatos entre los ácidos grasos».

El cardiólogo reconoce que estos avances son posibles gracias a que mantiene una dinámica de investigación traslacional. «Al estar en contacto con los pacientes, puedes trasladar las necesidades que surgen en la clínica al laboratorio y como somos un grupo heterogéneo, nos beneficiamos de las perspectivas de disciplinas muy diferentes, desde la biología a la ingeniería».

Edema bimodal

Precisamente, ingenieros y físicos de este grupo trabajan en el desarrollo de una pieza transversal a todos estos estudios, como es la imagen cardíaca. «Recientemente, hemos publicado en Circulation un trabajo que cambia el paradigma de la respuesta inflamatoria del corazón humano al infarto; se pensaba que se producía un edema homogéneo y ahora sabemos que es un proceso bimodal». Con ayuda de una nueva secuencia de resonancia magnética (RM), han observado que el corazón humano responde con dos reacciones edematosas bien diferenciadas y separadas en el tiempo. «La primera implicación de estas conclusiones es que los ensayos clínicos destinados a observar el edema deberían programar la RM entre el cuarto y el séptimo día; pero además, abre la puerta a determinar el momento idóneo de aplicación de ciertas terapias, por ejemplo, la celular».

Sin dejar el ámbito de la imagen, este grupo también ha desarrollado un algoritmo, en colaboración con la compañía Philips, para acortar la RM del paciente cardíaco a 40 segundos.

Invertir para atraer y mantener el talento científico

Borja Ibáñez empezó a investigar en la cardioprotección con modelos experimentales en el Hospital Mount Sinai, de Nueva York, gracias a una beca de la Fundación bancaria «la Caixa», bajo la dirección del cardiólogo Valentín Fuster, quien ahora protagoniza la campaña Imprescindibles, con la que esta entidad rinde homenaje a los investigadores médicos de talla internacional. Ibáñez recuerda que cuando presentó su proyecto de investigación a Fuster, a este no solo le pareció interesante y que podía llevarse adelante, sino que además le instó rotundo: «Lo vas a hacer». «Después, me llamaba cada semana, y ahí vi que lo decía en serio», dice entre risas. Para Ibáñez, el hecho de que los centros estadounidenses sean punteros en ciencia se debe a una política de inversión para atraer el talento, «un valor que está muy bien distribuido por todo el mundo».
septiembre 28/2017 (diariomedico.com)

septiembre 29, 2017 | Lic. Heidy Ramírez Vázquez | Filed under: Cardiología, Enfermedades Cardiovasculares, Farmacología | Etiquetas: |

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