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Científicos españoles han estudiado los efectos del ejercicio en altura, en concreto, las adaptaciones musculares y cardiacas que se producen. Los expertos concluyen que el entrenamiento hipóxico es beneficioso incluso en condiciones clínicas como enfermedad de las arterias coronarias y enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
Investigadores de la Facultad de Fisioterapia del Campus Universitario de Soria (Universidad de Valladolid), del Centro de Salud San Jorge de Pamplona y del Hospital Universitario Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares, en Madrid, han analizado los efectos del ejercicio en altura, en concreto las adaptaciones musculares y cardíacas que se producen, para determinar si es saludable el entrenamiento en hipoxia moderada –la disminución de la presión de oxígeno en sangre arterial que origina el trabajo en altura–.
El trabajo, encabezado por Alfredo Córdova, catedrático de Fisiología de la UVa y especialista en Medicina Deportiva, tiene su origen en el especial interés que tienen los deportistas, desde hace décadas, por las adaptaciones que se producen en el organismo en estancias prolongadas en altitud, ya que los procesos desencadenados en estas condiciones ambientales pueden ser beneficiosos tanto para la salud del individuo como para los resultados deportivos.
Pero, ¿el ejercicio en hipoxia moderada y sus efectos cardíacos y musculares pueden ser también saludables ante determinadas enfermedades? El trabajo de revisión realizado por estos científicos indica que sí.
“Nosotros vivimos en la ciudad de Soria, pero hay muchas localizaciones del territorio nacional que se encuentran a altitudes superiores a los 1000 metros, como es el caso de gran parte de la provincia de Soria, Burgos, Ávila, Teruel y de amplias extensiones del pirineo (Navarra, Aragón y Cataluña)”, apunta Córdova.
El músculo posee una gran plasticidad que le confiere la capacidad de efectuar su función en muy diversas circunstancias de la manera más eficiente posible. “En la musculatura esquelética, y a las 6-8 semanas de exposición a hipoxia, se pueden observar modificaciones sobre estructurales”, señala el experto.
Protección contra el estrés oxidativo
El estudio, publicado en Medicina Clínica, recoge además que se producen cambios positivos en cuanto a la capacidad oxidativa del músculo y un aumento de la capilaridad. Si la exposición es subaguda, es decir, a altitud menor de 5.000 metros y de duración limitada, las mitocondrias pueden ser protegidas contra el estrés oxidativo.
Por otro lado, se produce un aumento selectivo de la mioglobina (una hemoproteína encargada de almacenar oxígeno) en el musculo cardíaco, especialmente cuando los estudios abarcan periodos muy cortos (unas tres semanas).
Según concluyen los investigadores, el entrenamiento hipóxico “es beneficioso en condiciones clínicas tales como enfermedad de las arterias coronarias y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC)”. Asimismo, la intervención hipóxica intermitente “puede inducir adaptaciones de los sistemas hematopoyético y hemodinámico, mejorando la capacidad aeróbica y la resistencia al estrés agudo, hipóxico o isquémico, en personas con o sin enfermedades cardiovasculares”.
abril 23/2017 (agenciasinc.es)