Hasta un 10 por ciento de las embarazadas tendrían riesgo de depresión en la gestación. La intervención preventiva impide el trastorno en esta fase y mantiene el beneficio a largo plazo.

Embarazo y puerperio son etapas en las que la mujer puede desarrollar problemas psicológicos que, si no se diagnostican y abordan de manera adecuada, tienden a agravarse en el posparto e incluso a perpetuarse a más largo plazo. La bibliografía científica, aunque no muy extensa, sí es contundente: entre el 10 y el 16 por ciento de las mujeres reciben un diagnóstico de episodio depresivo mayor durante el embarazo o en el primer año después del parto. En otros casos, se ha observado que entre un 6,5 por ciento y hasta casi un 13 por ciento de las gestantes presentan una depresión de mayor o menor intensidad. Un dato más: alrededor del 65 por ciento de las mujeres que padecen depresión durante el embarazo no se diagnostican.

Buscar para encontrar
¿Conclusión? La depresión durante el embarazo es más frecuente de lo que se sospechaba y requiere de un diagnóstico concreto y de una intervención adecuada para alcanzar la prevención. Esta premisa ha sido el punto de partida de un trabajo multidisciplinar, pionero en este ámbito, en el que han participado profesionales del Hospital Clínico de Madrid, la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), el Hospital Central de Asturias, en Oviedo, y la Universidad George Washington (Estados Unidos), grupo liderado por Mimi Le.

La novedad del trabajo es triple: identifica si existe riesgo de depresión, valida instrumentos de actuación y los adapta a la población estudiada y establece las actuaciones concretas para eliminar la posibilidad de desarrollar el trastorno en la fase perinatal, siempre desde una perspectiva profiláctica.

«El primer obstáculo es el infradiagnóstico de la clínica en el periodo prenatal. Hay muy poco diagnóstico porque hay escasez de profesionales que valoren el problema. Lo que no se busca no se encuentra. Nuestro objetivo es no esperar a que la gestante desarrolle un trastorno depresivo puerperal», indican a DM Eugenia Olivares, profesora de la Universidad Complutense de Madrid y especialista en Psicología del Hospital Clínico, de Madrid, y María Fe Rodríguez Muñoz, profesora del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la UNED, que junto a Nuria Izquierdo, del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Instituto de Salud de la Mujer del Hospital Clínico de Madrid, han capitaneado este trabajo de diagnóstico e intervención, que ha contado además con el apoyo de Miguel Ángel Herráiz, y Pluvio Coronado, presidente y director, respectivamente, del Instituto de Salud de la Mujer José Botella Llusiá, del Hospital Clínico de Madrid.

El primer paso fue realizar el cribado de 800 gestantes en el primer trimestre de gestación, con una batería de preguntas y respuestas, a través de las que se ha valorado mayor susceptibilidad para depresión. Los datos españoles corroboran los de otros estudios internacionales: en un 10 por ciento de gestantes se identifica riesgo. En otro 3 por ciento hay diagnóstico porque ya había depresión previa, hecho que «de entrada ya es relevante, pues antes no se tenía conciencia de ello», subrayan Herráiz y Coronado.

Grupo diana
Según Izquierdo, el riesgo de depresión se cataloga en bajo, intermedio y elevado. La intervención se ha llevado a cabo en las mujeres con riesgo intermedio o moderado -ya que las de alto riesgo se derivan a los centros de salud mental de zona-, en las cuales la intervención profiláctica «ha impedido el desarrollo de una depresión más grave, así como las potenciales repercusiones en el embarazo».

La labor preventiva se centra en trabajar en grupo con las mujeres en sesiones de terapia cognitivo conductual, dos horas a la semana, durante ocho semanas, «dotándolas de recursos profilácticos y herramientas para gestionar favorablemente la situación a la que se están enfrentando y en la que no solo se producen cambios biológicos, sino que está sujeta al influjo de multitud de estresores», indica la ginecóloga.

La conclusión más destacable es que la prevención funciona. «No solo se consiguen los objetivos marcados para la etapa perinatal sino que las ganancias se mantienen en el tiempo», señala Olivares. De hecho, el seguimiento, a los tres y a los seis meses después del parto, indica que la eficacia de la intervención psicológica se mantiene, incluso en una fase donde el cambio biológico-hormonal puede ser más brusco. Los trastornos depresivos durante el embarazo pueden incluso originar problemas cuando ya se ha dado a luz: retardo en el inicio de la lactancia, escasa interactuación, bebés más reactivos y menor adaptación al entorno social. «Esta intervención preventiva es una ayuda sanitaria que evita consecuencias mayores en el puerperio», considera Herráiz.
diciembre 23/2016 (diariomedico.com)

Comments

Comments are closed.

Name

Email

Web

Speak your mind

*
  • Noticias por fecha

    diciembre 2016
    L M X J V S D
    « nov   ene »
     1234
    567891011
    12131415161718
    19202122232425
    262728293031  
  • Noticias anteriores a 2010

    Noticias anteriores a enero de 2010

  • Suscripción AL Día

  • Categorias

    open all | close all
  • Palabras Clave

  • Administración