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Sobran argumentos para considerar que cada vez son más perniciosas las crisis humanitarias en el continente africano, las frecuentes sucesiones de estas destrozan la base biológica y social de regiones como el Sahel.
Esa franja afectada por su vecindad con el Sahara es actualmente objeto de un Plan de Respuesta Humanitaria gestionado por la Oficina de la ONU para Asuntos Humanitarios (OCHA), un proyecto de emergencia al que se convocó en diciembre pasado y el cual se auxilia con el apoyo de Estados donantes.
La meta era atesorar y distribuir asistencia vital en nueve países del Sahel una contribución ascendente a 1,98 mil millones de dólares, que beneficiaría a millones de personas afectadas en esa franja africana, pero de la cantidad requerida el mes pasado se confirmó que sólo se contaba con un financiamiento del 32 por ciento.
Unas 20 millones de personas en la región viven bajo amenaza de muerte en un ámbito que combina: conflictos armados recurrentes, patrones climáticos erráticos, epidemias y otros componentes negativos que deterioran la capacidad de resistencia de los hogares, y ahonda problemas crónicos de inseguridad alimentaria y desnutrición.
COYUNTURA
La situación en esa área: una franja climatológica semiárida, ubicada en los límites del desierto del Sáhara y las sabanas del África Occidental y Central que se extiende desde el litoral senegalés hasta Sudán y desde las fronteras de Mauritania con el territorio del Sáhara Occidental hasta Somalia.
Esa faja incluye a Mauritania; Senegal; Mali; Burkina Faso; Níger; Chad; Sudán; Sudán del Sur; Eritrea; Etiopía y Somalia, y posee una extensión aproximada de nueve millones de kilómetros cuadrados y una población de más de 20 millones de seres humanos.
Evaluaciones de 2016 indicaron que unas 20,4 millones de personas sufren inseguridad alimentaria desde 2015 en el Sahel, de ellas 2,6 millones cruzaron el umbral de la crisis, y el 70 por ciento vive en Níger, Nigeria, Mali y Chad, donde se sufrieron brotes de cólera, meningitis, Lassa, fiebre amarilla y Ébola.
La inestabilidad alimentaria es una constante en la región saheliana, donde desde el pasado año se constata un incremento las poblaciones desplazadas, lo cual se engarza con el déficit de la posesión y consumo de víveres, así como con la falta de una atención agrícola sistemática.
En el Sahel más de seis millones de personas necesitan ayuda alimentaria de urgencia, y dos millones de niños padecen desnutrición aguda, apuntan medios de prensa.
Además de las amenazas crónicas de la inseguridad alimentaria, la malnutrición y las epidemias, los conflictos armados en y la región del Sahel y sus alrededores hizo que escalaran los desplazamientos de población, migrantes que se dirigieron tanto a campos de refugiados como a las ciudades que le ofrecían alguna cobertura de seguridad.
La región comenzó 2015, con cerca de 2,8 millones de personas desplazadas; más de un millón por encima de principios de 2014. Con la escalada del conflicto en el noreste de Nigeria, se estima que un millón de personas se convirtieron en desplazados internos (di), según informes de OCHA.
Esa referencia, sin abundar en las causas de la contienda en el nordeste del gigante petrolero africano, es de destacar que el conflicto actual enfrenta al gobierno federal del presidente, Muhammadu Bujari, con la secta terrorista de confesión islámica Boko Haram, una campaña que causó miles de muertos desde el 2009.
Lo trágico de ese conflicto es que se extendió a otros países de la cuenca del lago Chad y motivó un movimiento migratorio caótico que destrozó los estándares de seguridad integral y colocó a millones de personas al borde de la hambruna en por lo menos tres países, uno de ellos Níger, uno de los más pobres del mundo.
Así, la volatilidad del Sahel además de valorarse con ese análisis debe incorporar que en esa región africana se necesita ayuda alimentaria con urgencia como consecuencia de la sequía, las malas cosechas y el aumento del precio de los víveres que la azota y donde las condiciones político-militares posibilitan la especulación el contrabando.
EL ESCENARIO AMPLIADO
Para el coronel español Julio Navas, las amenazas que se desarrollan en esa zona no son fenómenos aislados, sino que crean un círculo vicioso de inseguridad, cuyo impacto se materializa principalmente sobre los africanos, y cada vez con un impacto directo mayor sobre la seguridad de la comunidad internacional.
Ese criterio expone la visión de Europa occidental en relación con su frontera geoestratégica inmediata sureña, que convoca la atención de las cual sus ex metrópolis no se desentienden, pese a las distorsiones que caracterizan los relaciones entre las dos partes, una rica y desarrollada, la otra pobre y dependiente.
En cuanto al Sahel, la dependencia no es sólo un tema de seguridad en lo militar y en lo civil, sino también biológica ante la crisis general y la alimentaria, en particular, lo cual confirma a diario el incremento de la emigración hacia Europa, como alternativa vital, pero que afecta la tranquilidad de Viejo Continente, donde están los donantes.
Una reunión de ministros de Relaciones Exteriores de la Unión Europea (UE) en marzo pasado determinó continuar suministrando al Sahel ayuda humanitaria, para el desarrollo y de seguridad.
Los titulares aseguraron que: La UE sigue estando profundamente preocupada por la crisis en la región del Sahel , y también reiteraron su determinación de apoyar los esfuerzos para que la región enfrente sus desafíos en cuanto a la estabilidad, lo cual equivale a decir paz y para el desarrollo.
Esa zona sufre una crisis alimentaria en la cual un millón de niños están en riesgo de muerte por desnutrición severa. El gobierno de Malí, uno de los Estados golpeados por el hambre reconoce que hay 1,76 millones de afectados en el país que requieren asistencia humanitaria.
En julio de este año, la Comisión Europea anunció un paquete de ayuda humanitaria de 145,5 millones de euros dirigida al Sahel para el suministro de víveres y cubrir las necesidades básicas de la población más vulnerable, como parte de un intento para recuperar la vitalidad en alguna medida.
Chad recibirá 41 millones, Níger 29 millones, Malí 17,5 millones, Burkina Faso 15,3 millones, Mauritania 10,7 millones, Senegal 6,4 millones y Camerún, dos millones y El resto de la ayuda, 23,6 millones, se destinará a África occidental ó un esfuerzo que para fructificar también requiere infraestructura, las cuales prácticamente no existen.
noviembre 6/2016 (PL) Tomado del Boletín de Prensa Latina: Copyright 2016″Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.”