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Experimentar enfado, malestar emocional o hacer un esfuerzo físico pesado duplicaría el riesgo de infarto, y la combinación de estos factores triplicaría dicho riesgo, según una investigación que se publica en Circulation, la revista de la Asociación Americana del Corazón. Los hallazgos no niegan los beneficios de la actividad física adecuada y regular en la prevención de ataques cardiacos.
«Estudios anteriores han explorado estos desencadenantes de un ataque al corazón; pero tenían menor número de participantes o se completaron en un país, y los datos de muchas partes del mundo son limitados», afirma Andrew Smyth, autor principal del estudio y miembro del Instituto de Investigación de la Salud de la Población en la Universidad McMaster en Canadá, y en el Centro de Investigación Clínica HRB en Galway, Irlanda. «Es el primer estudio que representa tantas regiones del mundo, incluyendo la mayoría de los principales grupos étnicos del mundo».
Los investigadores analizaron los datos de 12 461 pacientes con una edad media de 58 años que participaron en InterHeart, un estudio de pacientes con ataques al corazón de 52 países.
Presión arterial
Los autores indican que estos detonantes parecían aumentar de forma independiente el riesgo de ataque cardiaco más allá de lo planteado por otros factores de riesgo, como la edad, el tabaquismo, la obesidad, la hipertensión arterial y otros problemas de salud. Smyth señala que se cree que los factores emocionales y físicos extremos tienen efectos similares en el organismo.
«La actividad física regular tiene muchos beneficios para la salud, incluyendo la prevención de enfermedades del corazón, por lo que queremos que esto continúe», apunta. «Sin embargo, recomendamos que una persona que está enfadada o molesta que quiere hacer ejercicio para despejar la mente no vaya más allá de su rutina normal de actividad», aconseja.
Una limitación del estudio fue que los participantes tenían que recordar sus desencadenantes y que, tras un ataque al corazón, una persona puede tender más a decir que experimentó un detonante más de lo que diría si no hubiera sufrido el infarto. Además, no se les dio a los participantes ninguna descripción exacta de qué era estar triste o padecer un trastorno emocional o realizar grandes esfuerzos físicos.
«Este gran estudio proporciona más evidencia de la relación fundamental entre la mente y el cuerpo», afirma Barry J. Jacobs, doctor en Psicología, voluntario de la Asociación Americana del Corazón y director de Ciencias del Comportamiento en el Programa Crozer-Keystone de Medicina Familiar en Springfield, Pensilvania, Estados Unidos.
«El exceso de enfado, en condiciones inadecuadas, puede provocar un ataque al corazón. Todos deberíamos ejercitar la salud mental y evitar perder los estribos hasta los extremos. Las personas que están en riesgo de sufrir un ataque al corazón deberían hacer lo posible para evitar situaciones emocionales extremas», insiste Jacobs, apuntando a prácticas como el apoyo mutuo y hablando con personas que estén en situaciones similares.
octubre 11/ 2016 (Diario médico)