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Según una investigación publicada en Trends in Immunology, el entorno donde se vive y las personas con las que se tiene contacto condicionan más el sistema inmunológico que la genética.
Como las huellas digitales, los sistemas inmunes varían de persona a persona y, a pesar de que todos los seres humanos heredan un conjunto único de genes que ayudan a responder a las infecciones, estudios recientes han encontrado que la historia y el entorno -cómo dónde y con quién se vive- son responsables de entre el 60 y el 80 % de las diferencias entre los sistemas inmunológicos individuales, mientras que la genética es responsable del resto.
En una revisión publicada en Trends in Immunology, tres inmunólogos exponen la ciencia emergente sobre qué da forma a nuestro sistema inmunológico y cómo podría aplicarse.
«Al igual que costó un tiempo descifrar el código genético, finalmente estamos empezando a descifrar el código inmunológico, y estamos alejándonos de la idea simplista de que sólo hay un tipo de sistema inmune», dice el autor principal Adrian Liston, jefe del Laboratorio VIB de Inmunología Traslacional en Bélgica. La diversidad no está sólo programada en nuestros genes, sino que emerge de cómo nuestros genes responden al medio ambiente».
Las infecciones a largo plazo son responsables de la mayoría de las diferencias entre los sistemas inmunes individuales. Por ejemplo, cuando una persona tiene herpes o herpes zoster, el virus tiene más oportunidades de interactuar con el sistema inmunológico y estas interacciones cambian lentamente la composición celular de su sistema inmunitario y hacen que sea más sensible a ese virus específico, pero también más fácil para que se cuelen otras infecciones más allá de sus defensas.
Las personas sin estas infecciones no experimentan estos cambios celulares e, incluso, con el resfriado o la fiebre o de vez en cuando, sus sistemas inmunes se mantienen relativamente estables en el tiempo.
La vejez, una excepción
La excepción es cuando una persona es de edad avanzada. Los investigadores no han determinado exactamente por qué la edad juega un papel importante en la fabricación más singular de los sistemas inmunológicos individuales, pero han demostrado que el envejecimiento cambia cómo nuestro sistema inmunológico responde a las amenazas.
A medida que se envejece, el timo detiene gradualmente la producción de células T, que se generan para ayudar a combatir las infecciones. Sin nuevas células T, las personas mayores son más propensas a enfermar y menos propensas a responder a las vacunas.
Más allá de las células T, la edad también parece cambiar en términos generales la forma en que nuestros sistemas inmunes reaccionan. «Una gran cantidad de enfermedades que asociamos con el envejecimiento tienen un componente inflamatorio, lo que sugiere que probablemente tiene implicación en la inmunidad», dice la coautora Michelle Linterman, investigadora en el Instituto Babraham, en Reino Unido. «Entender cómo cambia el sistema inmune con la edad va a ser muy importante para el tratamiento de enfermedades relacionadas con la edad en el futuro», añade.
Sin embargo, las diferencias se pueden superar, ya que estudios de personas que viven juntas han demostrado que la calidad del aire, los alimentos, los niveles de estrés, los patrones de sueño y el estilo de vida tienen un fuerte efecto combinado sobre las respuestas inmunes. Por ejemplo, las parejas que cohabitan tienen más sistemas inmunes similares en comparación con el público en general.
octubre 03/2016 (Diario Médico)