Las altas concentraciones y el uso inadecuado de los bloqueadores solares o filtros ultravioleta (UV) alteran los ecosistemas marinos y gradualmente podrían afectar la salud de las personas, advirtió recientemente la investigadora de la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Gabriela Rodríguez Fuentes.

«Sin importar su presentación (gel, spray o crema), se ha reportado la capacidad de penetrar la piel y bioacumuladores en órganos de consistencia grasosa», indicó la universitaria.

Estos productos de cuidado personal pueden ser de naturaleza orgánica e inorgánica. Los primeros, de tipo aromático, funcionan como una pantalla solar que absorbe la energía de la radiación UV; los segundos, hechos de nanopartículas de zinc y titanio, permiten que la radiación rebote.

«La oxibenzona, el octil salicilato y el octinoxato, componentes orgánicos, perturban el sistema endocrino de algunos peces y producen blanqueamiento de los corales», indicó.

Además, se ha documentado su presencia en la leche materna y la orina de los humanos.

Rodríguez Fuentes afirmó que no se han encontrado implicaciones consistentes y directas en la salud de las personas, se estudia una posible interacción. Mientras tanto, la preocupación real se enfoca en dos planos: las quemaduras frecuentes por el mal uso y la relación significativa con el Sol-cáncer.

Según los dermatólogos, para que los protectores solares funcionen de forma adecuada deben aplicarse media hora antes de entrar al agua, y repetir su uso cada dos horas en cantidades considerables (el tamaño de una manzana pequeña).Se debe cubrir desde la cara hasta los dedos de los pies, incluidos orejas y tobillos.

«Aunque la concentración de filtros UV en las cremas solares es alta (aproximadamente 10 %), aplicarlas apropiadamente podría reducir el impacto en los ecosistemas acuáticos al disminuir su transferencia al agua, y nos protegerían mejor», afirmó.

En la actualidad, estos productos existen como una mezcla que incluye hasta siete distintos protectores orgánicos e inorgánicos, y su factor de protección alcanza 120.

No obstante, «por ser de cuidado personal carecen de regulaciones sólidas ambientales. Ni en Europa ni en Estados Unidos son sometidos a pruebas tóxicas estrictas como sucede con un fármaco, por lo que ninguno es totalmente seguro y constituyen un nuevo grupo de contaminantes emergentes que hay que seguir estudiando para determinar su impacto en la salud humana y los ecosistemas», concluyó.

julio 12/ 2016 (Xinhua) Tomado del Boletín de Prensa Latina Copyright 2016. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A. 

 

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