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La influencia de los trastornos respiratorios del sueño en el cáncer ha cristalizado en un estudio cuyos últimos datos se presentaron en la reunión de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica.
Las personas con apnea del sueño sin tratar tienen más riesgo de sufrir un melanoma agresivo, según muestra un estudio multicéntrico que se ha presentado este fin de semana en el congreso de la Separ, en Granada. El hallazgo de esta relación se estableció, como ocurre tantas veces en ciencia, por casualidad: hace unos años, el Grupo de Estudio del Sueño (GES), de Separ, llevaba a cabo un estudio para confirmar la asociación entre apnea del sueño y patología cardiovascular en ancianos.
Al analizar los datos, los investigadores constataron, como era de esperar, que el trastorno respiratorio influía en el peor pronóstico de la enfermedad cardiovascular, pero también hallaron que los ancianos con apnea del sueño grave sin tratar fallecían más por cáncer, del tipo que fuera. «Aquello nos dio que pensar», recuerda a DM el autor principal del estudio, Miguel Ángel Martínez-García, responsable de la Unidad de Trastornos Respiratorios del Sueño en el Hospital Universitario y Politécnico La Fe (Valencia).
«Es importante transmitir al paciente que este estudio no demuestra que tener apnea del sueño supone desarrollar un melanoma, solo aumenta el riesgo».
En trabajos experimentales, se había visto que al inyectar células de melanoma a ratones y someterlos a una hipoxia intermitente (característica fundamental de la apnea en los pacientes), el crecimiento de esas células tumorales se multiplicaba por tres con respecto al de los animales no sometidos a las rápidas saturaciones y resaturaciones de oxígeno.
«Indagamos en esta pista sobre una muestra de 8.000 pacientes diagnosticados con apnea del sueño y comprobamos que la gravedad del trastorno respiratorio se correlacionaba con una mayor incidencia y mortalidad por cáncer, en general». Esta conclusión coincidía con la alcanzada al mismo tiempo y de forma independiente por otro grupo de Winconsin, que estudió una muestra de 1.500 pacientes con apnea. Ambos estudios se presentaron al alimón en 2012, en el encuentro de la sociedad americana de neumología (American Thoracic Society) en San Francisco, con gran repercusión mediática.
«La pregunta que nos hicimos entonces es si todos los tipos de cáncer se relacionan igual con la apnea. Decidimos empezar por uno que pudiera diagnosticarse y seguirse con facilidad, de cuya supuesta relación con la apnea hubiera datos experimentales, y que tuviera gran impacto clínico. Así surgió un primer estudio piloto, con 50 pacientes diagnosticados de melanoma, y ahora el que acabamos de concluir, con 450 enfermos y 30 centros implicados de toda España, además de la Universidad de Chicago».
Para los oncólogos, el hallazgo sugiere la conveniencia de preguntar a los pacientes por posibles trastornos respiratorios del sueño.
Los pacientes con trastornos respiratorios durante el sueño (apneas e hipopneas) son los que tienen un melanoma más agresivo, medido por el índice de Breslow y otras clasificaciones, como la afectación de los ganglios o ciertos hallazgos en las biopsias, todo esto independientemente de factores que también influyen. «Ese peor pronóstico del melanoma asociado a la apnea se ha observado de forma más acusada en los menores de 55-60 años, probablemente porque el organismo se ha adaptado a las apneas e hipoapneas con mecanismos de compensación, pero tendríamos que confirmarlo».
En cambio, el mecanismo que explicaría la relación de apnea y melanoma sí está identificado. Someramente, la apnea produce por un lado fragmentación del sueño y, por otro, que el oxígeno oscile por niveles de dientes de sierra (arriba y abajo). Estas dos situaciones generan a su vez un aumento de las especies reactivas de oxígeno (ROS), de conocida acción carcinógena, y del factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF), que favorece el crecimiento y expansión tumorales.
Ahora, los científicos esperan profundizar en estas vías fisiopatológicas e indagar en la relación entre la apnea y el pronóstico de los pacientes, en términos de recidivas, metástasis y muertes; todo ello con el objetivo de un ensayo con enfermos de melanoma que reciban o no tratamiento para la apnea. «Ese estudio nos permitiría concluir con robustez que el trastorno del sueño es un factor de riesgo del cáncer cutáneo».
Cuestión de sensibilidad
¿Y en el resto de los tumores? «Lo más probable es que no todos tengan la misma sensibilidad a la hipoxia intermitente. Un reciente estudio estadounidense señala entre los más sensibles el de mama y próstata; de hecho, en el GES ya los estamos estudiando. También tenemos pensado analizar el cáncer de pulmón».
Mientras esos estudios llegan, Martínez-García insiste en que «los pacientes han de entender que hemos hallado una asociación estadística con cierto sentido biológico, pero que tener una apnea del sueño, incluso grave o no tratada, no implica un cáncer, solo más posibilidades».
Y de cara a los oncólogos, sugiere incluir en la anamnesis el trastorno respiratorio del sueño: «Junto a los antecedentes familiares o exposición al sol, se podria preguntar al paciente si ronca, y sopesar su evaluación en unidades específicas».
junio 15/2016 (Diario Médico)