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Las personas con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) enfrentan diversos problemas con la función de la microbiota encargada de ayudar con la nutrición, el metabolismo y de prevenir la colonización por agentes patógenos.
La microbiota nativa compite por el alimento y el espacio con los patógenos, lo que evita la colonización en el intestino y otros sitios anatómicos, explicó la investigadora del Centro de Investigación en Enfermedades Infecciosas (Cieni), Sandra Pinto Cardoso.
«Uno adquiere la microbiota de su madre al nacer y a partir de ahí comienza un proceso muy dinámico, en donde el sistema inmunológico se educará para reconocer los microorganismos nativos y no montar una respuesta inmune ante ellos», indicó la investigadora.
En una entrevista con la Agencia Informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), la doctora mencionó que cuando se tiene tres años de vida, cada persona cuenta con una microbiota propia que será constante hasta alrededor de los 66 años.
Sin embargo, en las personas con VIH hay un fuerte desequilibrio en el control de la microbiota, pues una gran cantidad de infecciones por patógenos e incluso infecciones oportunistas por microorganismos nativos comienzan a surgir.
La especialista manifestó que el problema con la infección por VIH es que afecta la microbiota intestinal por dos razones; la primera se debe a los daños anatómicos que este virus causa al intestino.
Esto se debe porque el VIH ataca los linfocitos CD4 y es en la lámina propia del intestino donde se encuentra 60 por ciento de estas células, explicó Pinto Cardoso.
«Por ello, el virus presenta un tropismo muy fuerte hacia este tejido donde causa la disminución de las células inmunes que deberían controlar los microorganismos en el sitio, y además causa daños estructurales, pequeños hoyos en la barrera intestinal», detalló.
La doctora mencionó que el segundo factor de riesgo para la microbiota de las personas con VIH es la necesidad de tomar antibióticos de manera constante, ya sea por la profilaxis o por las infecciones que se presentan.
Estos fármacos son los agentes que más llegan a afectar la microbiota, en particular, los antibióticos de amplio espectro no son discriminativos, pues matan todas las bacterias de cierto grupo, incluyendo las nativas, expuso la especialista.
Señaló que estos daños anatómicos y el deterioro de las defensas de la barrera intestinal podrían disminuir el control sobre la microbiota intestinal, sin mencionar la muerte de las bacterias comensales que podría dar pie para que bacterias patógenas afecten o desplacen a las bacterias benéficas para la salud.
Por lo anterior, la investigadora inició un estudio sobre hongos y bacterias nativos en el tejido intestinal para observar cómo la microbiota en este sitio se modificó en los pacientes con VIH.
Pinto Cardoso subrayó que detectar a los microorganismos particulares en las personas con o sin VIH permitiría encontrar la manera de restaurar la microbiota alterada en los individuos infectados con el virus.
En la actualidad existen las alternativas del uso de probióticos, prebióticos y simbióticos para la restauración de la microbiota, pero se necesitan estudios más concluyentes para instaurarlo como un tratamiento en los pacientes con VIH, precisó.
La investigadora subrayó que las asociaciones entre los diferentes microorganismos son importantes para explicar el funcionamiento completo de la microbiota.
«Es por esto que es importante estudiar todos los componentes, pues los virus, bacterias y hongos tienen mecanismos de interacción y comunicación entre ellos que finalmente propician la homeostasis con el hospedero», añadió.
Aunado a esto, dijo que las personas con VIH son afectadas por enfermedades oportunistas producidas por bacterias, hongos y virus por igual, incluso pueden sufrir varias infecciones por diferentes microorganismos al mismo tiempo.
Debido a que el VIH ataca diferentes sitios anatómicos, en el Cieni se buscará ampliar el análisis de los tres componentes mayoritarios de la microbiota en otros sitios anatómicos, como la piel o los ojos.
Si se logra restaurar la microbiota de lugares anatómicos propensos a las infecciones oportunistas en los pacientes con VIH, se recuperaría una de las funciones alteradas en estas personas y se mejoraría su calidad de vida, aseguró la investigadora.
mayo 20/216 (Notimex)