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Los niños que no gatean tienen más posibilidades de tener problemas de lectura. Los problemas relacionados con la lectura o el aprendizaje de los más pequeños pueden alertar de un mal funcionamiento en el procesamiento visual.
Cuando se han descartado patologías como el estrabismo, el ojo vago o defectos refractivos como la miopía, la hipermetropía o el astigmatismo, que afectan a un 20 % de los niños, y el niño presenta dificultades de aprendizaje, es necesario acudir a un optometrista comportamental para realizar un estudio visual.
Según explica Gemma Font, coordinadora de optometría del servicio de oftalmología de la Clínica Sagrada Familia, existen ciertas habilidades visuales que es necesario desarrollar para poder llevar a cabo con éxito el proceso de aprendizaje:
Un buen enfoque rápido y automático nos ayuda a poder realizar tareas en visión próxima de manera prolongada y manteniendo su atención.
Una binocularidad eficaz para coordinar los dos ojos a la vez y de esta manera tener una imagen única y poder percibir en 3D.
Unos movimientos oculares precisos son necesarios para una buena lectura.
Para procesar y comprender, darle significado a todo aquello que percibimos, lo realizamos a través de unas habilidades preceptúales.
Los niños deben construir bien la lateralidad para tener un punto referencial espacio-temporal. Deben aprender dónde está él en relación a su entorno y dónde están los objetos en relación a él. Esta habilidad visuo-espacial es importantísima para automatizar lo que va aprendiendo y organizar mejor todo lo que le rodea.
Una eficaz habilidad visuo-motora es necesaria para tener un buen control de cualquier movimiento motor implicado con la visión, por ejemplo en la escritura y el deporte.
Defectos en el desarrollo de estas habilidades, explica Font, pueden ser motivo de dificultades en el proceso de aprendizaje antes mencionadas. Problemas de comprensión lectora, de deletreo, de confusión de letras y/o números, de salto de líneas al leer o mala letra entre otros son signos que deben alertar a padres y profesores de que alguna cosa no va bien.
Detalles como el hecho de haber gateado antes de andar adquieren especial importancia en el desarrollo de la lateralidad, que es un factor clase en la construcción de nuestro sistema referencial espacio-temporal. Esta referencia es importantísima para automatizar lo que se va aprendiendo y organizar todo lo que nos rodea. A partir del sexto mes de vida, los bebés deben aprender a moverse en contra de la gravedad y tener control de sus movimientos, que “vienen coordinados por su visión”, explica Gemma Font, coordinadora de optometría del servicio de oftalmología de la Clínica Sagrada Familia. Es por ello que “los niños que empiezan a andar precozmente sin haber gateado antes no aprenden a utilizar la visión de forma coordinada como los que han gateado previamente”, razona Font, “motivo por el que es preferible que pasen por todas las fases de desarrollo”.