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En el estudio Moral consequences of becoming unemployed, avalado por la prestigiosa revista científica PNAS, investigadores de la Facultad de Economía y Empresa de la UPV/EHU (España) y de la Universidad de Nottingham, Reino Unido han analizado una consecuencia moral del desempleo que, junto con los efectos que tiene sobre la salud mental de las personas, podría explicar por qué estas se desvinculan del mercado laboral.
El estudio fue realizado con 151 jóvenes, en Córdoba y Bilbao.
Luis Miller, profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la UPV/EHU, y Paloma Úbeda, investigadora de la UPV/EHU, autores del estudio, destacan la importancia de comprender cómo perder el empleo afecta al comportamiento de las personas. Numerosos estudios relacionan el desempleo y la pobreza con la depresión, con la ansiedad, con el estrés, así como con un nivel de bienestar y autoestima bajos, con tasas altas de suicidio, asesinato, muertes relacionadas con el alcohol, etc. En este estudio, sin embargo, los investigadores se han centrado en un tipo de efecto diferente, y han concluido que el desempleo cambia la moral de las personas sobre la distribución del dinero. Cabe destacar que el estudio ha sido publicado en la última edición de la prestigiosa revista científica PNAS, que publica relativamente pocos artículos de ciencias sociales pero que ha dado especial relevancia al mismo.
Según afirma Luis Miller, “en general, tanto las personas con un empleo como las que aún están estudiando a tiempo completo creen que se debería permitir a las personas quedarse con la mayor parte de lo que ganan y que está bien que aquellas que trabajan más duro o que son más productivas ganen más. Cuando las personas se quedan desempleadas —añade—, nuestro estudio indica que abandonan esta creencia. Le dan más peso a la redistribución del dinero, lo que en términos sociales implicaría unos mayores impuestos sobre los que más ganan con los que financiar un mayor gasto público.”
“En nuestro estudio —explica Paloma Úbeda—, no preguntamos a los participantes sobre redistribución, impuestos o gasto público, ya que las respuestas a este tipo de preguntas podrían estar sesgadas por el propio interés de los entrevistados. Así, las personas de ingresos altos que velan por sus propios intereses preferirían menos impuestos, mientras que las personas de ingresos bajos que también piensen en sus intereses querrían unos impuestos mayores. Lo que en realidad nos interesaba era entender cómo al quedarse desempleadas las personas cambian su modo de ver lo que es justo en términos de redistribución, es decir, si cambian sus valores morales. Encontramos que efectivamente estos cambian, al quedarse desempleadas las personas cambian lo que piensan acerca de la equidad y la redistribución”.
Para investigar los ideales de justicia de las personas, los investigadores contaron con la participación de 151 jóvenes de 18 a 35 años en el denominado “juego de la justicia distributiva”, un experimento diseñado para obtener los valores y preferencias de los participantes en relación con la equidad y la redistribución. El experimento fue llevado a cabo en Bilbao y Córdoba. El juego se dividía en dos partes.
En la primera parte los participantes “trabajaban” para los investigadores durante siete minutos. En la segunda parte del juego, cada participante recibía una bandeja dividida en cuatro secciones. Cada sección contenía una cantidad diferente de dinero. Una de las secciones pertenecía al participante al que se le daba la bandeja. Las otras tres secciones pertenecían a los otros tres participantes que estaban en su grupo del juego. En algunos de los grupos la cantidad de dinero que cada uno recibía dependía de cuánto trabajo había realizado la gente en la primera parte del juego. En otros la cantidad de dinero en las bandejas dependía enteramente de la suerte, sin tener nada que ver con el trabajo que había realizado cada persona. Los participantes podían redistribuir el dinero entre las cuatro secciones del modo que quisieran. Cada uno podía quedarse con todo el dinero, dejar la bandeja tal y como la habían recibido o redistribuir el dinero de modo que los cuatro participantes recibieran lo mismo al finalizar el experimento.
“Encontramos que las personas que tenían un empleo tendían a redistribuir menos el dinero cuando sabían que este había sido ganado en la primera parte —afirma Luis Miller—. Por el contrario, tendían a distribuirlo de modo casi igualitario cuando sabían que las distribuciones iniciales se debían sólo a la suerte”.
Los 151 jóvenes participaron dos veces en el experimento, una en la primavera de 2013 y otra justamente un año después. La repetición del experimento permitió a los investigadores ver si las personas que estaban empleadas o estudiando a tiempo completo en el primer año del estudio pero desempleadas en el segundo año, cambiaron sus opiniones con respecto a la equidad y la redistribución.
La mayoría de aquellos que se quedaron desempleados redistribuyeron el dinero de manera que las otras tres personas de su grupo terminaron con aproximadamente la misma cantidad de dinero, independientemente de si este dinero lo habían ganado o les había tocado en suerte.
Paloma Úbeda añade que “la medida en que las personas reconocen el derecho individual a disponer de aquello que uno se ha ganado tiene importantes implicaciones sobre el modo en que la gente vota, cómo pagan sus impuestos o cómo actúan en el mercado de trabajo. Sin embargo, cada una de estas implicaciones tendrá que ser estudiada en más detalle por investigaciones futuras”.
Luis Miller concluye que “la importancia del resultado principal de este estudio para comprender las dinámicas laborales, así como las intervenciones públicas más adecuadas, depende de en qué medida el efecto negativo que encontramos pueda ser revertido. En la actualidad ya estamos trabajando en nuevos proyectos que intentan establecer si los desempleados tienen que volver a recuperar parte de los valores relacionados con el esfuerzo y la productividad dejados por el camino antes de reengancharse efectivamente al mercado de trabajo. Si esto fuera así, deberíamos investigar cómo se da este nuevo cambio de valores, así como qué intervenciones públicas pueden contribuir a que se produzca”.