La calidad de vida mejora con revisiones y pruebas periódicas como alternativa a terapias agresivas en pacientes con tumores de bajo volumen.La vigilancia activa de los pacientes con cáncer de próstata, con tumores diagnosticados de muy bajo volumen y muy baja agresividad, se postula como una terapia pionera alternativa a un tratamiento inmediato de la enfermedad. Así se desprende de una investigación que lideran el Hospital Miguel Servet de Zaragoza y el Instituto Valenciano de Oncología.

«La detección precoz del cáncer de próstata ha derivado en un sobrediagnóstico que ha llevado asociado, a su vez, un sobretratamiento», explica a Diario Médico Ángel Borque, jefe de sección de Próstata del Servicio de Urología del Hospital Miguel Servet de Zaragoza y uno de los investigadores principales de este proyecto.

En contraposición a este sobretratamiento, surge la vigilancia activa, que puede aplicarse al 20 por ciento de los tumores diagnosticados. Una terapia consistente en «no tratar inmediatamente al paciente -dice Borque-, sino someterlo a un seguimiento responsable», según un protocolo de revisiones personalizadas, exhaustivas y periódicas.

Precisa una relación muy estrecha entre especialista y paciente, con intervalos de visitas de entre tres y seis meses, e incluye pruebas complementarias, como determinaciones sanguíneas, PSA, tacto rectal, pruebas radiológicas de alto nivel y resonancias magnéticas prostáticas. Además, el médico establece la idoneidad de realizar una serie de biopsias para controlar la evolución del tumor.
Asimismo, Borque resalta que «un paciente puede abandonar esta terapia en el caso de que exista la duda de que el cáncer se hubiera vuelto más agresivo o hubiera aumentado de tamaño. En caso de sospecha, puede realizarse incluso una biopsia extensiva de la próstata, que permita mapearla y determinar cuál es la evolución del tumor».

Perfil del paciente
En cuanto al perfil del paciente, es susceptible de recibir esta estrategia terapéutica todo aquel al que se le diagnostica «un cáncer de próstata de bajo o muy bajo riesgo» y que, a la vista de la biopsia, «es poco agresivo y tiene bajo volumen tumoral».
En cuanto al límite para aplicar esta terapia a los pacientes, Borque insiste en que «es necesario que se encuentren por debajo del estadio 7 en la escala de Gleason. Excepcionalmente , en algunos casos muy bien definidos de Gleason 7, se puede aplicar la vigilancia activa, siempre que se trate de personas de edad avanzada».

Respecto al volumen máximo del tumor para participar de esta estrategia terapéutica, «no debe superar los dos o tres cilindros positivos» en una biopsia de un mínimo de diez cilindros.

Calidad de vida
El objetivo de esta terapia es que los pacientes, especialmente los más jóvenes (de entre 50 y 65 años), convivan con el tumor sin que se actúe de forma agresiva. Se evita, así, el deterioro de la calidad de vida que lleva aparejado el sobretratamiento del cáncer de próstata, mediante cirugía o radioterapia. De este modo, se retrasa la aparición de efectos colaterales como la incontinencia y la disfunción eréctil. Sin embargo, Borque quiere señalar que «el riesgo de diseminación del tumor existe también en este tratamiento» y que debe valorarse la decisión de forma conjunta médico-paciente.

En referencia a la duración de la vigilancia activa, depende en gran medida de la edad del enfermo. Borque explica: «En un paciente joven no se puede descartar que, en un futuro, haya que recurrir a un tratamiento curativo después de esta terapia». Pero, en pacientes con una esperanza de vida menor, en muchas ocasiones basta con la vigilancia activa.

«En general -insiste-, los tratamientos de intención curativa los planteamos cuando los pacientes tienen una esperanza de vida superior a diez años en cáncer de próstata localizados. En el caso de pacientes con esperanza de vida inferior es difícil que la propia evolución de ese tumor llegue a tener consecuencias fatales para él».

Por ello, la investigación sitúa en el 62 por ciento el porcentaje de pacientes que optan por la vigilancia activa y que continúan sin tratamiento curativo a los cuatro años de seguimiento, sin que por ello empeore el pronóstico del tumor.
abril 1/2016 (Diario Médico)

abril 2, 2016 | Lic. Heidy Ramírez Vázquez | Filed under: Neoplasias, Urología | Etiquetas: , |

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