Existen razones para sospechar que se ha exagerado sobre la grave amenaza que puede suponer el zika para la salud humana.

El tema podría desaparecer bastante pronto de los titulares de prensa. Pero hay otros agentes patógenos transmitidos por mosquitos de los que realmente deberíamos preocuparnos.

Existen dos especies de mosquitos (llamados “vectores”) que son capaces de transmitir virus causantes de enfermedades humanas como la fiebre amarilla, la fiebre del dengue, la fiebre chikungunya o el zika.

Uno de ellos es el Aedes aegypti, endémico del África subsahariana y limitado a climas cálidos, motivo por el cual estas enfermedades siempre se han considerado tropicales. Esto también explica el motivo por el que no se les ha prestado mucha atención: principalmente, tienen lugar en países del tercer mundo, donde no se obtendrían demasiados beneficios económicos al desarrollar medicinas o vacunas.

El segundo mosquito es el Aedes albopictus. En 1960, se escapó de su entorno nativo en Asia y comenzó a conquistar el mundo… literalmente. Se ganó su nombre común: el mosquito tigre asiático. Es capaz de transmitir los mismos virus que el Aedes aegypti. Al igual que su pariente, reside en hábitats humanos y es un agresivo mordedor de personas. Lo más importante es que puede sobrevivir durante todo un año en climas menos cálidos, es capaz de habitar entornos tanto tropicales como templados.

Las poblaciones de Aedes albopictus que viven en latitudes más altas ponen huevos en otoño que pueden retrasar su desarrollo (“diapausa”, en la jerga científica) hasta una época más cálida como la primavera y eclosionar entonces. Actualmente, las poblaciones reproductoras permanentes se encuentran en gran parte de Europa y hasta la altura de Nueva Jersey, o quizás Connecticut, en los Estados Unidos

Una de las razones por las que podría el Aedes albopictus convertirse en una plaga en Estados Unidos y Europa es que mientras esta especie continúa expandiéndose, también ha estado adaptándose a lo largo de los últimos 30-50 años, lo cual significa que podemos esperarnos poblaciones de mayor tamaño.

Para que persista una epidemia provocada por una enfermedad transmitida por mosquitos, resulta necesaria cierta densidad del mosquito vector para que el agente patógeno continúe desplazándose de un portador a otro mientras se desarrolla la inmunidad. Es probable que el Aedes albopictus esté alcanzando su densidad crítica en algunas zonas de su área ampliada.

Generalmente, se considera que el Aedes albopictus no tiene la misma capacidad que el Aedes aegypti para transmitir virus de enfermedades humanas. Sin embargo, la fiebre del dengue es endémica de zonas de China en las que no hay Aedes aegypti, sino únicamente Aedes albopictus, lo cual demuestra que sí que es capaz de provocar epidemias de fiebre del dengue si su densidad es lo suficientemente alta.

Aún más inquietante es lo que sucedió en la pequeña isla de la Reunión, en el Océano Índico, durante los años 2005 y 2006. Se produjeron alrededor de 250 mil infecciones (en una población total de aproximadamente 800 mil personas) del virus chikungunya, otro agente patógeno transmitido por mosquitos.

No obstante, en la isla de la Reunión no existía el Aedes aegypti, únicamente el Aedes albopictus, el cual no debería haber sido capaz de mantener una epidemia de chikungunya.

¿Cómo se las arregló este vector ‘débil’ para provocar tal brote?

El misterio se resolvió gracias a las investigaciones posteriores: el virus había mutado

A la nueva cepa del virus chikungunya, responsable de la epidemia, se le da bastante bien reproducirse en el Aedes albopictus. La evolución del virus convirtió a un mosquito vector débil en un vector mucho más fuerte.

Las personas afectadas por el virus chikungunya presentaban síntomas similares a los del dengue: fiebre alta, erupciones y dolor articular. El nombre procede de una lengua de África, el Makonde, y significa “que se dobla”, en alusión a la postura que adoptaban las personas infectadas. La mayoría, entre el 72 % y el 97 % de los humanos infectados con chikungunya desarrolla estos síntomas, en comparación con una minoría de entre el 20 % y el 25 % de personas infectadas con zika o dengue.

La fiebre chikungunya se prolonga por más tiempo y presenta síntomas más graves que los relativamente leves y de poca duración del zika. Incluso después de eliminar el virus del chikungunya, los síntomas pueden persistir. Un año después de la aparición de un brote en Italia durante 2007 (provocado por el Aedes albopictus), el 66 % de los pacientes aún presentaba síntomas.

El virus chikungunya no se había registrado en el Nuevo Mundo hasta 2013, año en el que fue detectado en la isla de San Martín, en el Caribe. Desde entonces, se extendió a lo largo de los trópicos del Nuevo Mundo, probablemente transmitido por el Aedes aegypti, el mosquito tropical. Resulta importante mencionar que las cepas actuales del chikungunya en el Nuevo Mundo no son las mismas que las de la Reunión, que se reproducían muy bien en el Aedes Albopictus, el mosquito tigre.

No resulta descabellado pensar que es solo cuestión de tiempo que las cepas de chikungunya que pueden transmitirse por el mosquito tigre aparezcan en el Nuevo Mundo, bien introduciéndose o bien creando nuevas mutaciones que puedan reproducirse en el Aedes albopictus incluso mejor que la cepa mutante de la isla de la Reunión. Si esto sucediese, el zika podría pasar a considerarse únicamente una anécdota curiosa en la historia de las epidemias transmitidas por mosquitos.

 Jeffrey R. Powell, profesor de Ecología y Biología evolutiva de la Universidad de Yale, es un apasionado del Aedes aegypti, al que ha estudiado durante 50 años. Este artículo de opinión se publicó en inglés en la web STATS.

marzo 07/2016 (SINC)

marzo 8, 2016 | Dra. María Elena Reyes González | Filed under: Enfermedades infecciosas, Enfermedades transmisibles, Estadística, Virus del Zika, zoonosis |

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