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Pese a haber reducido el hambre, América Latina tiene entre sus asignaturas pendientes la malnutrición y la pobreza extrema derivada de la concentración «brutal» de los recursos, advirtió este viernes el director general de la FAO, José Graziano da Silva.
«Hemos visto crecer la obesidad sobre todo en el Caribe, pero también en México y en países de América del Sur, sobre todo entre niños y mujeres», afirmó.
A su juicio, los países ni dedican una atención especial a la nutrición, ni limitan el contenido de sal, azúcar y grasas en los alimentos comercializados, ni tienen una política orientada para la educación de los niños en la escuela.
No es suficiente para la región haber cumplido las metas de reducir al menos a la mitad el número de personas que pasan hambre (hasta 34,3 millones) y su proporción (5,5 % de la población), según las últimas estimaciones de la FAO.
Sobre los que aún sufren inseguridad alimentaria, Da Silva consideró que el hambre en la región «está asociado a la pobreza extrema», vinculada a su vez a la mala distribución de la riqueza.
Allí -enfatizó- existe «una concentración brutal de los medios de producción, sobre todo en el acceso a la tierra y al agua».
Al igual que en el resto del mundo, el hambre en Latinoamérica se ceba con la población rural y está relacionado con «la posibilidad de que esa población pueda alcanzar un nivel mínimo de ingresos», dijo Da Silva, que mostró su preocupación por el creciente número de jóvenes que entran en el mercado laboral y corren el riesgo de trabajar sin derechos.
Esa realidad convive en América Latina con el crecimiento económico de los últimos años, impulsado por las exportaciones de minerales de Chile o Perú y las de productos básicos agrícolas de países como Argentina o Brasil.
Según el director general, un ejemplo de ese contraste lo escenifica Paraguay, «que ha alcanzado un avance impresionante, pero siguen los bolsones de pobreza extrema y no ha mejorado el acceso a la tierra y el riego, aunque tiene gran disponibilidad de agua».
De desarrollo rural e inclusión social hablarán los representantes gubernamentales en México, así como de la posible extensión de la cobertura de la FAO en países como los del Caribe, entre los más afectados por el cambio climático y el fenómeno El Niño.
Otro motivo de alerta es el impacto del zika y, aunque el liderazgo en la ONU corresponde a la Organización Mundial de la Salud por ser un asunto de salud humana, el responsable de la FAO reiteró que hasta el momento la única solución pasa por la prevención.
Evitar la procreación del mosquito transmisor del virus y las aguas estancadas en las zonas rurales son algunas de las recomendaciones de Naciones Unidas, unidas al uso de ciertos larvicidas con precaución para no dañar el medio ambiente.
«Este no es un problema de los gobiernos, es de la sociedad, y hay que involucrar a todos en ese combate», sostuvo.
Da Silva, que el pasado año renovó por un segundo mandato al frente de la FAO, se mostró firme en su labor de sensibilizar sobre esta y otras cuestiones relacionadas con la agricultura y la alimentación.
Así como esta organización de 70 años de historia promueve las compras locales a pequeños productores para abastecer a las escuelas, también lo hace con programas de agricultura familiar y ahora pretende que 25 países firmen un acuerdo para frenar la pesca ilegal y que este pueda entrar en vigor (por ahora solo 15 Estados han completado el trámite).
Este año están incentivando el consumo de legumbres y, aunque de otra naturaleza, Da Silva tampoco les hace ascos a los insectos, que la FAO también impulsa por ser nutritivos.
«En México preparan una fritada de huevos de hormiga en el desayuno y yo soy adepto a eso por las mañanas», apuntó.
febrero 26/2016 (afp)