Un nuevo estudio concluye que los donantes de sangre regulares no están en un mayor riesgo de una muerte prematura que aquellos que rara vez donan sangre, y pueden realmente vivir más tiempo.

Investigadores de la Universidad de Copenhague (KU; Dinamarca), el Hospital Universitario Karolinska (Estocolmo, Suecia) y otras instituciones, recorrieron la base de datos de Donación y Transfusión Escandinava (SCANDAT) para evaluar la asociación entre el número anual de donaciones en una ventanas de cinco años y la mortalidad de los donantes mediante análisis de regresión de Poisson. Los análisis incluyeron un ajuste de las características demográficas y un “efecto de donante sano” interno que fue calculado entre los donantes de edad avanzada, exentos de donación continua, debido a criterios de edad.

Los resultados mostraron que de 1 182 495 donantes, 15 401 murieron durante 9 526 627 personas-años de seguimiento. Los análisis ajustados, únicamente por las características demográficas, mostraron una relación inversa entre la frecuencia de la donación y la mortalidad, con una reducción acumulativa de 18,6 % en la mortalidad por donación anual adicional. Después del ajuste adicional para el efecto donante interno sano, la asociación se debilitó, con cada donación anual adicional asociada con un riesgo de mortalidad menor de 7,5  %. El estudio fue publicado en la edición de octubre de 2015 de la revista Transfusion.

“Mi respuesta a los resultados es principalmente de alivio. Aquellos que han donado una gran cantidad de sangre viven más tiempo que los que han donado un poco, y no hay evidencia de que es peligroso donar sangre”, dijo el autor principal, el Prof. Henrik Ullum, MD, de la Universidad de Copenhague. “El estudio se puede utilizar para tranquilizar a los donantes de sangre y a los bancos de sangre. Dice que parece ser seguro y saludable donar. Pero todavía estamos trabajando para identificar otros efectos que pueden tener repercusiones sobre su salud”.

El efecto del donante saludable fue acuñado desde el Efecto del Trabajador Sano, utilizado originalmente en la medicina del trabajo. En 1 885, una comparación entre los que trabajaban y aquellos que no, sugirió que los trabajadores eran los más sanos; pero esto fue simplemente porque sólo los más aptos y saludables eran los que, en realidad, podían trabajar. Del mismo modo, solamente las personas sanas pueden donar sangre, y los científicos se arriesgan a sacar conclusiones equivocadas mediante la comparación de los donantes con los no donantes.

enero 02 / 2016 (Hospi Medica)

 

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