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Deshidratación, inmovilización y lesiones, factores de riesgo comunes. Ayuda al médico del deporte a sospechar y diagnosticar la enfermedad.
Las últimas revisiones indican que la incidencia del primer episodio de trombosis venosa profunda (TVP) en la población general es de 1,2 por cada 1000 habitantes al año y afecta a un 3-5 por ciento de la población. La prevalencia en deportistas parece ser muy similar, pero lo que difieren son los factores de riesgo.
Para prevenir la aparición de trombosis venosa en atletas y sus implicaciones de salud, legales y profesionales, un equipo de médicos del Hospital de la Santa Cruz y San Pablo, de Barcelona, del Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, del Futbol Club Barcelona, del Hospital San Juan de Dios y del Hospital de Barcelona, ha elaborado la primera Guía de práctica clínica para la prevención, diagnóstico y tratamiento de la enfermedad tromboembólica venosa en el deporte.
José Román Escudero, presidente de la Asociación Cuida tus Venas, y uno de los autores, ha explicado a DM que los factores de riesgo que más afectan a los atletas «son la deshidratación, las inmovilizaciones en viajes largos -los asientos de los medios de transporte muchas veces son muy pequeños para los atletas y favorecen la compresión-, los traumatismos y las lesiones frecuentes en miembros inferiores, que conllevan artroscopias, cirugías e inmovilizaciones», y los anticonceptivos orales en mujeres. La guía señala que hasta el 34 por ciento de las roturas del tendón de Aquiles cursan con TVP, con independencia de la cirugía, y la incidencia es del 12 por ciento en artroscopias para la reconstrucción del LCA.
Según Escudero, también son diferentes las consecuencias de un TVP. Si hay sospecha sin confirmar de la trombosis, el jugador puede quedarse sin participar en una competición importante, con sus implicaciones laborales. Por otro lado, si no hay sospecha o no se confirma y se continúa la actividad deportiva, «hay peligro de que derive en una trombosis pulmonar, y no diagnosticarla pone al atleta en riesgo. Asimismo, si se confirma el tratamiento con heparina impedirá entrenar o jugar, porque un traumatismo hará que el sangrado sea mayor y puede tener consecuencias».
Por tanto, la guía propone un protocolo de prevención, diagnóstico y tratamiento de la enfermedad tromboembólica venosa, que incluye la TVP, el tromboembolismo pulmonar, la hipertensión pulmonar crónica y el síndrome protrombótico, para que el médico del deporte pueda sospechar de la existencia de estas enfermedades -ya que pueden confundirse con lesiones musculares- y realizar un correcto abordaje que permita no condicionar la vida deportiva del paciente.
Según Escudero, ante el dolor de inicio brusco o hinchazón en la pierna se puede desacartar la aparición de una trombosis con la ayuda de un ecógrafo portátil. Si no se dispone del aparato o «si la sopecha es muy clara, es necesario llevar al jugador a un hospital para que se analice con dímero-D y se realice la ecografía vascular para confirmarlo». Si se confirma el diagnóstico, el periodo de recuperación se indica de 3 a 6 meses, sin factores genéticos.
Escudero también ha recomendado realizar análisis genéticos en los jugadores con trombosis previa o con antecedentes familiares, ya que existe evidencia de que el 60 por ciento del riesgo de padecer un evento se explica por una predisposición genética.
en dopaje
La guía advierte también de que «ciertas acciones como el uso de anabolizantes esteroideos, la hormona de crecimiento, las transfusiones de hemoconcentrados o el uso de eritropoyetina, son considerados dopaje y no se espera encontrarlos pero existen en algunos ámbitos del deporte de competición y de no competición, casi siempre adquiridos de forma ilegal, y que son causantes de un caleidoscopio de patologías, donde la enfermedad tromboembólica venosa está muy presente».
diciembre 10/2015 (Diario Médico)