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Ser diagnosticada de cáncer de mama durante el embarazado es una situación poco frecuente que puede ser tratada con éxito, aunque con algunas limitaciones.
Aproximadamente 1 de cada 3 000 gestantes, según datos de la Sociedad Americana del Cáncer, recibe la mala noticia de tener un tumor en la mama. Este es el tipo de cáncer más frecuente en la mujer y, por tanto, también lo es en la embarazada.
El problema radica en que las transformaciones que sufre la mama durante la gestación pueden enmascarar el tumor y cuando llega el diagnóstico es posible que el estadio sea avanzado.
Algunos estudios poblaciones indican que la supervivencia global es peor en las mujeres embarazadas con cáncer de mama que en las no embarazadas, “pero no por el embarazo, sino precisamente porque los tumores que se diagnostican en un estadio más avanzado en estas pacientes jóvenes son más agresivos”, señala la oncóloga y coordinadora de la Unidad de Mama del Hospital Universitario Vall d’ Hebrón de Barcelona, Cristina Saura.
“Hay un factor de protección frente al cáncer de mama en las mujeres que quedan embarazadas antes de los 30 años”, explica la doctora, ya que el embarazo favorece que concluya el desarrollo de la glándula mamaria, que no lo hace hasta que no se prepara para la lactancia.
“Posteriormente -añade- existe un pico de riesgo para el cáncer de mama pero luego vuelve la incidencia general”.
En cualquier caso, el embarazo en sí no es un factor de riesgo para el cáncer, al revés. Una mujer que no haya tenido embarazos tiene más riesgo de padecer cáncer de mama a lo largo de su vida.
El diagnóstico
El proceso para diagnosticar el cáncer de mama en la gestante no puede ser tan exhaustivo como en la no gestante. “En una embarazada las pruebas para descartar metástasis en otros órganos se ciñen a una analítica, un placa de tórax con protección abdominal y una ecografía abdominal, pero resulta insuficiente si el tumor es grande o agresivo”, apunta la doctora que también forma parte del Instituto Oncológico Baselga.
Pero si la paciente tiene algún síntoma especifico se puede realizar alguna prueba dirigida, como una resonancia sin contraste. “Una vez pasado el parto se hace un estudio de extensión convencional”, indica la especialista.
¿Qué tratamiento es el adecuado?
La doctora Cristina Saura afirma que en el tratamiento del cáncer de mama durante el embarazo siempre se ponen todas las decisiones en una balanza: “lo mejor para la madre y la seguridad para el feto”.
Cirugía: Se puede practicar en cualquier momento del embarazo, desde el primer trimestre hasta el final, pero con especial atención a la anestesia por el embarazo.
Quimioterapia: Es posible aplicarla a partir del segundo trimestre ya que, según los estudios realizados, no afecta al feto como se ha comprobado con los dos fármacos de uso habitual contra el cáncer de mama. Sí existe una mayor tasa de partos prematuros, en torno a la semana 36, según un estudio publicado este mes por la revista científica New England Journal of Medicine.
Radioterapia: En principio está contraindicada, aunque a veces se valora en situaciones muy precisas.
Tratamiento hormonal: Totalmente contraindicado durante el embarazo.
Terapias diana: Dirigidas a tumores HER2+. Existen menos estudios al ser tratamientos novedosos pero ya se ha detectado que algunos de ellos puede provocar la disminución del líquido de la placenta y problemas de riñón en el feto. Se posponen hasta después del parto en caso de ser necesarios.
Lactancia
Se desaconseja dar de mamar al bebé ya que el tratamiento contra el cáncer suele continuar tras el parto. Lo prioritario es que la madre siga el tratamiento más adecuado y sustituya la lactancia natural por la artificial.
Decidir ser madre tras un cáncer de mama
Cada vez son más las mujeres que se curan del cáncer de mama y siguen su vida normal. Dentro de esa normalidad está tener hijos.
Aunque los datos actuales son limitados por la escasez de casos, algunos estudios poblaciones indican que el embarazo no empeora el pronóstico después de haber tenido un cáncer de mama.
Pero a una mujer que acaba de ser tratada recientemente contra un tumor maligno no se le aconseja el embarazo para prevenir una recaída.
“Los oncólogos recomendamos esperar unos 5 años, pero es algo arbitrario porque tampoco hay datos que nos digan que a partir del quinto año ya no va a haber riesgo. Debe existir un periodo de seguridad adecuado para cada caso según la edad de la paciente y el tipo y estadiaje de tumor que tuvo para intentar evitar que se produzca una la recaída del tumor durante un potencial embarazo”, apunta Cristina Saura, miembro de SOLTI, grupo académico de investigación que desarrolla ensayos clínicos en oncología.
Además, la mayoría de mujeres con cánceres de mama deben tomar tratamiento hormonal entre 5 y 10 años y no es recomendable en ese tiempo un embarazo. Existen estudios en marcha sobre la posibilidad de parar ese tratamiento al cabo de 2 o 3 años, llevar a cabo el embarazo, y continuar después.