ago
19
Un equipo internacional de científicos publica un estudio en el que demuestra que la dieta baja en grasas provoca una mayor pérdida de grasa corporal que las dietas en las que se consumen pocos hidratos.
Existe, desde comienzos del siglo XXI, una teoría popular que afirma que la reducción de los hidratos de carbono en la dieta ofrece una ventaja metabólica para la pérdida de grasa corporal al disminuir la producción de insulina, que contribuye a la regulación de los lípidos. De esta hipótesis se deduce que la reducción de lípidos de la dieta sin variar el consumo de carbohidratos o proteínas no tenía ningún efecto sobre la insulina y, por tanto, tampoco sobre la grasa.
Ahora, en un estudio publicado en Cell Press, un equipo de científicos ha demostrado que para el mismo número de calorías en la dieta, la pérdida de grasas fue mayor con la dieta reducida en lípidos en comparación con la dieta reducida en hidratos de carbono.
“Nuestros datos mostraron que suprimir los hidratos de carbono de la dieta provoca los efectos que sugieren las teorías, sin embargo, reducir el consumo de lípidos, a pesar de no provocar cambios en la producción de insulina, conduce a una mayor pérdida de grasa”, explica a Sinc el líder del estudio, Kevin D. Hall, del Instituto Nacional de Diabetes de Estados Unidos.
Modelos matemáticos para evaluar los nutrientes
Para comprobar estos cambios corporales, los investigadores seleccionaron a 19 voluntarios con obesidad y los controlaron durante 2 semanas
Para llevar a cabo este estudio, Hall, recopiló datos de decenas de estudios de nutrición realizados desde el 2003 y diseñó modelos matemáticos sobre como los diferentes nutrientes afectan al metabolismo y al peso corporal.
“Queríamos entender mejor los cambios metabólicos que ocurren en nuestro cuerpo cuando suprimimos las calorías de la dieta bien por grasa o bien por carbohidratos”, añade el científico.
Para comprobar estos cambios corporales, los investigadores seleccionaron a 19 voluntarios con obesidad que vivieron en una sala conjunta durante dos semanas en las que se controlaba cada cosa que comían.
“La primera semana reducimos el 30% las calorías procedentes de hidratos de carbono mientras que el consumo de grasa y proteínas siguió los valores de una dieta saludable. Para la segunda semana invertimos la disminución a base de hidratos por grasas”, comenta Hall. Al final de esta prueba y, del mismo modo que el modelo matemático había previsto, la pérdida de grasas fue mayor al reducir el consumo de grasas en la dieta.
Poca variación a largo plazo
Según el estudio, los investigadores, siguiendo el modelo diseñado por ellos mismo, predijeron como actuarían a largo plazo estas dietas en el cuerpo. “Durante un periodo de 6 meses, la dieta reducida en grasas daría lugar a una pérdida de solo unos 3 kg en comparación con la alimentación a base de pocos hidratos”, dice Hall.
“Esta escasa diferencia indica que, en el largo plazo, el cuerpo actúa para reducir al mínimo la pérdida de grasa corporal cuando el consumo de calorías y de proteínas es el mismo”, expone el líder del estudio.
Sin embargo, los investigadores son cautelosos con estos resultados, ya que necesitan más pruebas en humanos y con diferentes condiciones en la dieta para poder confirmarlo.
Kevin Hall concluye que lo mejor es elegir una dieta, “que sea saludable para uno mismo, que se pueda mantener en periodos largos de tiempo y, si es posible, convertirlo en un hábito”.