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Las personas mayores que obtienen puntuaciones bajas en las habilidades de pensamiento de nivel superior (las que se usan para razonar, planificar y resolver problemas) son significativamente más propensas a sufrir un ataque cardiaco o un accidente cerebrovascular (ACV), sugiere una nueva investigación. El vínculo común entre estos trastornos podrían ser los vasos sanguíneos, sugiere un experto
Los científicos europeos hallaron que las personas mayores con las puntuaciones más bajas en las habilidades de pensamiento de la llamada «función ejecutiva» tenían un riesgo un 85 % más alto de sufrir un ataque cardiaco y un 51 % más alto de sufrir un accidente cerebrovascular que las que tenían las puntuaciones más altas.
El estudio indica que la función cardiaca y la cerebral están estrechamente vinculadas, comentó el autor del estudio, el Dr. Behnam Sabayan, investigador posdoctoral del Centro Médico de la Universidad de Leiden, en los Países Bajos.
«Esto podría reflejar que los daños en los vasos [sanguíneos] son un fenómeno global en nuestro cuerpo y que cuando observamos anomalías en un órgano, deberíamos pensar también en los otros órganos», dijo Sabayan.
Pero este estudio no demuestra una relación de causalidad entre las malas habilidades de pensamiento y los casos de ataque cardiaco y accidentes cerebrovasculares, sino meramente una asociación entre las dos cosas.
«Creo que otros factores también pueden entrar en juego», explicó Sabayan. Por ejemplo, sugirió, las personas que tienen un proceso de pensamiento más lento podrían encontrar más difícil seguir el consejo de sus médicos.
El estudio aparece en la revista Neurology.
La mayoría de los ataques cardiacos y accidentes cerebrovasculares son desencadenados por coágulos formados en las arterias, que cortan el suministro sanguíneo a partes del corazón y el cerebro. Las enfermedades cardiacas siguen siendo la causa principal de muerte de los estadounidenses, y los accidentes cerebrovasculares acaban con la vida de un estadounidense cada 4 minutos, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.
Sabayan y sus colaboradores observaron a casi 4 000 personas con un promedio de edad de 75 años. Ninguna tenía antecedentes de ataques cardiacos o accidente cerebrovascular . Pero todos los voluntarios del estudio tenían antecedentes de enfermedades cardiacas o un riego más alto debido a la hipertensión, la diabetes o a fumar. Ninguno de los participantes sufría de demencia, una afección cerebral caracterizada por la pérdida de memoria.
Los participantes realizaron 4 pruebas de las habilidades de pensamiento de nivel superior que caracterizan la «función ejecutiva» (como el razonamiento, la resolución de problemas o la planificación) y se clasificaron en grupos de puntuación baja, media y alta según los resultados. Se les realizó un seguimiento durante un promedio de 3 años a fin de determinar los casos de ataques cardiacos o accidentes cerebrovasculares .
En ese periodo, 176 de las 1 309 personas con las puntuaciones más bajas sufrieron ataques cardiacos, en comparación con 93 de las 1 308 personas con las puntuaciones más altas. Mientras tanto, se produjeron 69 accidentes cerebrovasculares en los que obtuvieron las puntuaciones más bajas, en comparación con 48 accidentes cerebrovasculares en los que obtuvieron las puntuaciones más altas, según el estudio.
Aunque los participantes con unas puntuaciones más bajas en la función ejecutiva tenían un promedio de edad ligeramente más alto y habían recibido menos años de educación, los resultados se mantuvieron incluso después de haber ajustado estos factores, dijo Sabayan.
«Creo que con respecto a los eventos vasculares, el control de los factores de riesgo cardiovasculares, como por ejemplo la hipertensión o la diabetes, y un estilo de vida saludable son más importantes que la inteligencia innata», dijo.
El estudio no encontró una asociación entre las puntuaciones más bajas en la memoria y un riesgo más alto de ataque cardiaco o accidentes cerebrovasculares .
El Dr. Gustavo Román, neurólogo en el Hospital Metodista de Houston, en Texas, alabó la investigación, y dijo que refuerza su experiencia de que a menudo los pacientes con problemas en la función ejecutiva tienen enfermedades de los vasos sanguíneos que se manifiestan como ataques cardiacos o accidentes cerebrovasculares .
Pero Román, que no participó en el nuevo estudio, indicó que los que tenían unas malas habilidades de pensamiento podrían además tomar malas decisiones sobre la dieta, el ejercicio y la atención sanitaria que les pueden poner en un riesgo más alto de ataque cardiaco o accidente cerebrovascular .
«Es ciertamente una posibilidad, porque la función ejecutiva está regulada por los lóbulos frontales en general, que son algo así como el centro de mando y de control del cerebro», dijo. «Esta parte del cerebro nos dice cómo alcanzar ciertos objetivos».
Los pacientes con una mala función ejecutiva no siguen bien las direcciones, dijo Román, lo que significa que «los profesionales clínicos no pueden dar por hecho que estos enfermos serán capaces de cumplir cualquier cosa que se les diga».
Unos cuidadores implicados que puedan ayudar a estos enfermos a seguir las sugerencias de los médicos sobre los estilos de vida y el uso de los medicamentos podrían ayudarles a reducir los riesgos de ataque cardiaco y accidente cerebrovascular , dijo.
Sabayan añadió que «en general, nuestros hallazgos hacen hincapié en que las personas mayores con una función ejecutiva más pobre necesitan una atención más cercana en cuanto a la gestión del riesgo cardiovascular».