La coenzima Q10 (coQ10), además de tener efectos antioxidantes, lo que la hace candidata estrella para usos en productos cosméticos, interviene en diferentes patologías. Mejor dicho, su déficit es responsable, directa o indirectamente, de enfermedades primarias, tales como síndrome de Leigh, ataxia de Friedreich, MELAS (mitocondrial encephalopaty lactic acidosis and stroke-like episodes), y otras que aunque comienzan a ser descriptas aún no han recibido nombre. También, de patologías secundarias, como las asociadas con el Parkinson, el Huntington, las fibromialgias, las dislipemias, la infertilidad masculina, las cardiopatías, las migrañas, entre otras muchas.

“La coQ10 es fundamental para la producción de energía celular y es considerada un potente antioxidante endógeno. La deficiencia está asociada con numerosas patologías, que con la suplementación terapéutica con coQ10 revierten total o parcialmente, en especial cuando es administrada en niños”, explica la doctora Valeria Trípodi, doctora en Bioquímica por la UBA, profesora asociada de Calidad de Medicamentos de la FFyB e investigadora independiente del CONICET.

Dos investigadoras argentinas, expertas de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (FFyB-UBA) y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), han desarrollado una técnica sencilla para determinar la coQ10, esta coenzima participa en numerosas enfermedades, algunas de ellas de extrema gravedad.

La técnica, que utiliza células de la mucosa bucal, resulta de notable utilidad para determinar los niveles de coenzimaQ10, cuyo déficit es responsable de numerosas enfermedades, algunas de ellas extremadamente graves y que hasta pueden ser mortales, tales como el síndrome de Leigh, la ataxia de Friedreich, la MELAS (mitocondrial encephalopaty lactic acidosis and stroke-like episodes).

Era entonces imperioso desarrollar una técnica de fácil aplicación para los controles periódicos. En especial si se piensa que a los bebés y niños que padecen esta afección debía practicárseles extracciones de sangre con frecuencia.

La deficiencia de coQ10 puede ser primaria o secundaria. “La primera es relativamente poco frecuente. Fue asociada con mutaciones autosómicas recesivas de diversos genes involucrados en su biosíntesis”, relata Trípodi. “Ocasiona enfermedades neuromusculares, mitocondriales y degenerativas. Tienen una presentación clínica grave que involucra degeneración motriz progresiva, pérdida de la memoria, dificultad para tragar y diferentes grados de retraso mental. Se presenta principalmente en niños y adolescentes”, señala, por su parte, Silvia Lucangioli, doctora en Farmacia por la UBA, profesora titular de Tecnología Farmacéutica I de la Facultad de Farmacia y Bioquímica e investigadora independiente del CONICET.

Las deficiencias secundarias tienen mayor frecuencia y presentan cuadros clínicos más leves. Se asocian con diversas patologías primarias, como fibromialgias, enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes, infertilidad masculina, embarazos de riesgo, y enfermedades neurodegenerativas, tales el Parkinson y el Huntington, entre otras.

“El tratamiento con coQ10 tiene grandes beneficios. En los casos de enfermedades primarias, las revierte grandemente y hasta puede llegar a curarlas, siempre y cuando se tenga un diagnóstico certero y precoz”, sostiene Lucangioli. En los casos de enfermedades secundarias, con la terapia de suplementación con coQ10 se logra mejorar significativamente la calidad de vida de los enfermos.

Allí radica la importancia de la técnica desarrollada por la investigadoras argentinas Valeria Trípodi, Silvia Lucangioli, Manuela Martinefski y Paula Samassa, pertenecientes a los Departamentos de Tecnología Farmacéutica y de Química Analítica y Fisicoquímica de la FFyB-UBA, quienes acaban de publicar su desarrollo en la revista científica internacional  Analitycal and Bioanalitycal Chemistry.

La técnica consiste en cuantificar la coQ1o en las células de la mucosa bucal que se extraen con un hisopo. La determinación se realiza luego en el laboratorio por medio de cromatografía líquida de alta resolución, una técnica bastante difundida actualmente para realizar determinaciones bioquímicas.

“El método analítico –concluye Trípodi—fue extensamente validado siguiendo los parámetros internacionales exigidos, con lo que podemos asegurar que posee confiabilidad”.

El siguiente paso de las investigadoras es determinar si esta nueva técnica que diseñaron podría utilizarse también para diagnosticar el déficit de coQ10. De todos modos, sería una forma de simplificar esta instancia, puesto que este mismo equipo de investigación ya desarrolló una técnica efectiva de diagnóstico que actualmente está en uso.

Desde 2010, el equipo de investigadores de la FFyB ensayó técnicas de diagnóstico en laboratorio con diferentes muestras biológicas. “Desde 2012, los análisis diagnósticos que generamos ya forman parte de la oferta de servicios de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, y son solicitados por profesionales de instituciones hospitalarias públicas y privadas”, expresa Valeria Trípodi.

Debe destacarse que también formaron parte de ese equipo interdisciplinario de investigación y desarrollo expertos del Hospital de Clínicas “José de San Martín” de la UBA, y del Hospital de Pediatría SAMIC “Prof. Dr. Juan P. Garrahan”.

Antes de que los investigadores desarrollaran esta técnica, había que remitir las muestras a los EE.UU., con los consiguientes costos y la demora en obtener los resultados, que podían llegar hasta un año. Ese tiempo es crucial para los enfermos, en especial quienes sufren de déficit de origen genético, niños pequeños o adolescentes. Un año sin diagnóstico ni tratamiento efectivo realmente hace la diferencia en la evolución de la enfermedad y la calidad de vida.

En la actualidad, en América Latina, la confirmación en laboratorio del diagnóstico se realiza solamente en Ecuador y en la Argentina.

“El método que desarrollamos en esa oportunidad –y que se sigue utilizando– se aplica a diferentes matrices y fluidos biológicos, como plasma, células musculares, plaquetas, fibroblastos de la piel y otros tejidos”, describe por su parte Silvia Lucangioli. Ha demostrado ser de alta precisión, selectividad y funcionalidad.

En la actualidad, en la Argentina las formulaciones de coQ10 no son consideradas como especialidades medicinales, sino como suplementos dietarios. La razón de que las farmacopeas todavía no las incluyan es que no hace mucho que han comenzado a obtenerse datos clínicos en poblaciones numerosas.

Recién en 2013, investigadores de la Universidad de Florida, en colaboración con la Food and Drug Administration (FDA), ambas de los EE.UU., finalizaron la fase III de un estudio clínico que evalúa la seguridad y el efecto terapéutico de la CoQ10 enfermos con patología mitocondrial.

“Dado que no pueden desconocerse los beneficios terapéuticos informados en numerosos trabajos de investigación de distintos países, los especialistas recomiendan su uso, si bien a las preparaciones solicitadas se las conoce como ´formulaciones huérfanas´”, sostiene Valeria Trípodi.

Las formulaciones disponibles en el mercado internacional son varias: cápsulas duras que contienen coQ10 sólida, cápsulas blandas con suspensiones oleosas autoemulsionables, micelas, complejos con ciclodextrinas, microemulsiones, nanoemulsiones, nanopartículas.

“Pero, en la Argentina la coQ10 es considerada un suplemento dietario y para el tratamiento solo se encuentra disponible comercialmente una formulación sólida de preparación magistral, que no solo posee baja biodisponibilidad, sino que además es inadecuada para uso pediátrico, con lo que no se obtiene una buena respuesta terapéutica”, advierte Trípodi, quien junto con Lucangioli y Fabián Buontempo, doctor en Farmacia por la UBA y profesor adjunto de Tecnología Farmacéutica I, dirigen el Centro de Investigación, Desarrollo y Control Farmacéutico (CIDEC) de la Facultad de Farmacia y Bioquímica.

En la etapa actual, los investigadores de la UBA desarrollan, controlan y ensayan formulaciones líquidas, a partir de emulsiones, que se ingieren por vía oral, lo que facilita su administración, especialmente en enfermos pediátricos. En las evaluaciones realizadas, estas formulaciones han mostrado, además, ser biodisponibles, es decir más aprovechables por el organismo. Próximamente comenzarán a investigar y desarrollar formulaciones con nanopartículas. “Pero –advierte Trípodi— este es un largo camino, en el que solo dimos los primeros pasos”.

Un tratamiento temprano a elevadas dosis de coQ10 podría cambiar radicalmente la historia natural del grupo de las patologías primarias. “Si bien todos los enfermos experimentan mejorías, los síntomas cerebrales son solo parcialmente aliviados”, dice Silvia Lucangioli. Y aporta: “Probablemente esto se deba al daño cerebral estructural causado antes de que el enfermo reciba el tratamiento y también a que la penetración de la coQ10 a través de la barrera hematoencefálica es baja”.

Investigaciones desarrolladas en diversos países ya han mostrado que el déficit de coQ10 está asociado con Parkinson, Huntington, fibromialgias, dislipemias, cardiopatías, infertilidad masculina, migrañas, entre otras enfermedades.

Por su parte, los investigadores de la Facultad de Farmacia y Bioquímica (FFyB), el Hospital de Clínicas “José de San Martín” de la Universidad de Buenos Aires y el Hospital de Pediatría SAMIC “Prof. Dr. Juan P. Garrahan” lograron demostrar que el déficit de coQ10 está involucrado también en diversas patologías hepáticas, como colestasis intrahepática del embarazo, cirrosis biliar primaria, hepatopatías autoinmune y hemocromatosis. “Ahora —concluyen las investigadoras de la FFyB— nuestro interés está centrado en averiguar en qué otros grupos de patologías participa”.

agosto 03 / 2015 (UBA/DICYT)

 

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