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Alardear sobre la capacidad de aprendizaje del hijo es el deporte favorito de muchos padres. Desde la semana 12 de gestación hasta los primeros años de vida, vigilar el progreso físico y mental de su motivo orgullo y felicidad es una fuente tanto de emoción como de preocupación.
Las sonrisas, chillidos y carcajadas son especialmente gratificantes, el tipo de cosas que recompensan todas esas noches de desvelos. Pero, ¿se trata sólo de experiencias anecdóticas?
Aparentemente, no. Ahora, investigadores piensan que las carcajadas y los juegos de escondite nos pueden decir algo más; nos pueden dar pistas de cómo funcionan sus mentes.
«Las risas y sonrisas empiezan increíblemente temprano, al igual que las lágrimas», le comenta a la BBC el doctor Caspar Addyman, investigador de la carcajada del bebé del Birkbeck College de Londres. «Esto nos lleva a pensar que es una forma de comunicación».
Addyman ha recogido cerca de 700 cuestionarios de todo el mundo sobre risas de bebés, y descubrió que los bebés sonríen como una respuesta a sensaciones placenteras mucho antes de lo esperado. Esto incluso puede ocurrir desde el mes de nacido.
Entre los dos y los cuatro meses, se desarrollan la sonrisa social que se usa especialmente para involucrar a los padres.
Ahora, el especialista espera llevar la investigación un paso más allá y utilizar la risa como una forma nueva de rastrear lo que el bebé entiende sobre el mundo que lo rodea.
La persona que más ha influido en cómo vemos el desarrollo infantil fue el psicólogo suizo Jean Piaget.
Tras realizar cuidadosas observaciones en niños de diferentes edades, identificó cuatro etapas por las que todo el mundo debe pasar para alcanzar las habilidades cognitivas de un adulto.
En los primeros meses de vida, Piaget dijo que los bebés sólo pueden aprender del mundo interactuando directamente con este, tocando, sacudiendo y chupando cosas.
Piaget concluyó que con cada experiencia, los niños se van haciendo una idea de cómo funciona el mundo, una especie de física ingenua.
Pero Addyman piensa que estudiar la risa de los bebés puede ser efectivo para ayudarnos a identificar los desarrollos en la medida que sus mentes se van expandiendo.
«No te puedes reír de algo si no entiendes el chiste, así que de lo que se ríen nos da un indicativo de su entendimiento del mundo», explica.
Cu-cu
Debido a la poca experiencia, los niños más pequeños aceptan lo absurdo como algo completamente plausible.
Addyman, cuyo cabello es azul eléctrico, con frecuencia ve este tipo de comportamiento en sus pequeños voluntarios. «Los bebés pequeños nunca se reirán de mi cabello. Pero los más grandes se dan cuenta que algo no está bien y les parece gracioso».
El especialista cree que esa repentina habilidad de los niños de darse cuenta del lado gracioso resalta desarrollos más profundos que están ocurriendo en sus cerebros.
El Proyecto Baby Laughter Project, en el que han participado padres de más de 20 países, ha demostrado que los juegos como los de esconder el rostro son perfectos para mostrar un desarrollo fundamental: la permanencia del objeto.
El término describe el entendimiento de que un objeto sigue existiendo incluso cuando no lo ves.
Los más pequeños no saben esto, razón por la cual los bebés de seis meses pueden mostrarse asombrados y estupefactos con el juego de esconderse el rostro, o cu-cu.
Ellos piensan que el no poder ver la cara de papá o mamá significa que desaparecen, lo que hace que su aparición repentina sea una sorpresa.
No obstante, una vez que el bebé entiende (entre los seis y ocho meses de vida) que sus padres sólo se están escondiendo, el juego de cu-cu se convierte en uno de anticipación, de saber cuándo regresarán.
La carcajada como un tipo de conversación
«Cu-cu es lo mejor que hay. Se trata de la reaparición de mamá, pero también de una comunicación compartida», dice Addyman.
«No puedes evitar reír cuando un bebé empieza a reírse contigo, lo cual es muy valioso para el desarrollo de la habilidad de interactuar con los demás», añade.
Un posible vínculo entre la risa y el desarrollo del lenguaje sugiere que nosotros subestimamos el sentido del humor de los bebés. La broma tiene un elemento de tomar turnos así como de otras habilidades necesarias para una interacción avanzada, como la imitación y el contacto de ojos.
«Los niños pueden seguir el ritmo de la conversación a través de bromas y juegos», señala Addyman.
De hecho, la sonrisa y la carcajada podrían ser herramientas importantes de comunicación para el bebé antes de que desarrolle el lenguaje.
Incluso los primates pareciera que utilizan la risa como una forma de regular la interacción social.
«En los chimpancés, la carcajada se utiliza principalmente en el juego, y tiende a ser el miembro más pequeño del grupo el que más tiempo tiene para jugar», explica la doctora Katie Slocombe, especialista en la cognición de primates de la Universidad de York.
«Se ha demostrado en chimpancés que la risa ayuda a extender el juego y tampoco podemos descartar que tiene un papel en la creación del vínculo social. Cuando un chimpancé se ríe, pareciera que alienta a su compañero de juego a que continúe, de la misma forma que un bebé mantiene la atención del adulto por más tiempo», le explica a la BBC.
¿Debemos esforzarnos más en interpretar los significados más profundos de esos balbuceos y risitas? Addyman sugiere que debe haber cierto nivel de precaución.
«Históricamente, definitivamente hemos sido culpables de proyectar interpretaciones adultas sobre los motivos por los cuales se ríe un bebé, es un peligro constante cuando se hace este tipo de investigación. Tienes que mirarlo desde un punto de vista científico y a través de una variedad de edades para empezar a entender verdaderamente lo que está ocurriendo en sus cabezas».
julio 17/2014(Diario Salud)