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Una nueva investigación ha ayudado a aclarar un añejo misterio sobre cómo la fibra alimentaria suprime el apetito.
En este estudio, se ha logrado identificar al acetato, una sustancia supresora del apetito, entre los compuestos que se liberan de manera natural cuando digerimos la fibra alimentaria en el intestino. Una vez liberado, el acetato es transportado hasta el cerebro, donde genera una señal que nos indica que paremos de comer.
La investigación, a cargo de Gary Frost, del Imperial College en Londres, Reino Unido, Sebastián Cerdán y Blanca Lizarbe, del Instituto de Investigaciones Biomédicas «Alberto Sols» de Madrid, España, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Autónoma de Madrid, y una quincena de científicos de la citada universidad londinense y otras instituciones británicas, confirma los beneficios naturales de aumentar la cantidad de fibra en nuestra dieta para mantener a raya el consumo excesivo de comida, y también podría ayudar a desarrollar nuevos métodos para reducir el apetito. En el estudio se ha constatado que el acetato reduce el apetito cuando se aplica directamente en el torrente sanguíneo, el colon o el cerebro.
La fibra alimentaria está presente en la mayoría de los vegetales, pero por regla general aparece en niveles bajos en los alimentos procesados. Cuando las bacterias digieren la fibra en nuestro colon, ésta se fermenta y libera grandes cantidades de acetato como producto residual. En el estudio se rastreó la ruta que sigue el acetato desde el colon hasta el cerebro, y se logró identificar a algunos de los mecanismos que permiten que influya en el apetito.
La dieta promedio en la Europa actual contiene cerca de 15 gramos de fibra al día. Durante la Edad de Piedra, en el mismo continente se consumían unos 100 gramos al día, pero ahora mucha gente prefiere alimentos ya preparados con un nivel bajo de fibras, y es reacia a comer verduras, fruta, legumbres y otras fuentes de fibra, tal como acota Frost. Desafortunadamente, nuestro sistema digestivo todavía no ha evolucionado tanto como para hacer frente a esta dieta moderna, y este desajuste contribuye a la epidemia de obesidad actual.
La nueva investigación ha mostrado que la liberación de acetato es fundamental para el modo en que la fibra suprime el apetito, y esto podría ayudar a los científicos a combatir la conducta de sobrealimentación.
Los autores del estudio analizaron los efectos de una clase de fibra alimentaria llamada inulina, la cual está presente en la remolacha azucarera (o betabel) y otros alimentos. Los investigadores comprobaron que los ratones alimentados con una dieta rica en grasa pero que incluía inulina comían menos y ganaban menos peso que los ratones alimentados con una dieta rica en grasa y sin inulina. Análisis posteriores mostraron que los ratones alimentados con la dieta que contenía inulina tenían un nivel alto de acetato en sus intestinos.
Valiéndose de escaneos mediante tomografía por emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés), los investigadores rastrearon el acetato a través del cuerpo, desde el colon hasta el hígado y el corazón y mostraron que finalmente terminaba en el hipotálamo, una región del cerebro que controla la sensación de hambre.
junio 12/2014 (SINC)
Gary Frost, Michelle L. Sleeth,Meliz Sahuri-Arisoylu,Blanca Lizarbe ,Sebastian Cerdan,Leigh Brody.The short-chain fatty acid acetate reduces appetite via a central homeostatic mechanism.Nature Communications 5.Article number: 3611. doi:10.1038/ncomms4611. 29 Abril 2014