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En Europa, las enfermedades mentales suponen un gasto anual de 800 000 millones de euros al año, importe que supone más coste que el que producen las oncológicas, las cardiovaculares y la diabetes juntas. Además, El 75 % de ese gasto es indirecto, ya que se trata, en la mayoría de los casos, de enfermedades crónicas que afectan a personas jóvenes.
Dentro de las enfermedades mentales, la esquizofrenia, un trastorno del neurodesarrollo que aparece a edades muy tempranas de la vida, es una de las más discapacitantes y además «reduce la esperanza de vida media entre 15 y 20 años, en relación con la media de la población general del sitio donde vida», ha señalado a DM Celso Arango, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid, y director científico del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam), que ha inaugurado el II Foro Internacional sobre Nuevos Abordajes en el tratamiento de la esquizofrenia, celebrado en Madrid.
Motivos para la acción
A su juicio, el acortamiento de la esperanza de vida se debe a muchas causas: el suicidio, por ejemplo, pero también los afectados tienen más enfermedades física, si bien se detectan y tratan peor por la propia idiosincrasia del enfermo, quien además se cuida menos (incluso en lo que se refiere a la toma de medicación) y sus hábitos higiénicos son más deficientes, lo que contribuye a la aparición de otras dolencias. Así, en 2010 se estimó que los gastos atribuibles a los trastornos psicóticos, como la esquizofrenia, podían ascender a unos 70 000 millones de euros.
Este panorama, en el que además no se pueden desdeñar los costes sociales y personales relacionados con la escasa calidad de vida que a veces tienen los enfermos, y que va de la mano de la estigmatización y la incomprensión social, motiva que los profesionales de la salud mental no cejen en nuevas vías de investigación, tanto básica como clínica, así como modelos de asistencia más eficaces e integrales para esta enfermedad, según han señalado en el encuentro, que ha contado con el aval de las sociedades españolas de Psiquiatría (SEP) y Psiquiatría Biológica (SEPB), así como con el apoyo de la farmacéutica Roche.
La investigación en España sobre enfermedad mental, en general, y esquizofrenia, en particular, está entre las mejores del mundo. El desarrollo de nuevos tratamientos, hasta el momento no existentes, para síntomas negativos y trastornos cognitivos, muchas veces presentes desde el nacimiento, de la esquizofrenia es uno de los ejes de los trabajos. «Hasta el momento solo se han abordado los positivos -delirios y alucinaciones-, pero no existía arsenal para tratar los síntomas que causan mayor discapacidad y que mejor predicen el pronóstico, que son los negativos y los cognitivos y que están más relacionados con escasas habilidades sociales y motivación, apatía y abulia, entre otros, que impiden una vida normal».
Intervención activa
Para los expertos, uno de los aspectos en los que se debe hacer mayor hicapié es la pluripotencialidad que tiene un cerebro que se desarrolla anormalmente para acabar produciendo una sintomatología u otra y, por tanto, que este fenómeno conduzca a que a una persona tenga un diagnóstico determinado. Sin embargo, lo más revelante desde la clínica es que esta pluripotencialidad podría modificarse mediante intervenciones preventivas, primarias o secundarias. «En una persona que nazca con alto riesgo genético, si se interviene disminuyendo factores de riesgo, en los que están incluidos el embarazo y el parto, y en la infancia y adolescencia, significa una prevención primaria para que no aparezca ningún trastorno, o secundaria, ya que en lugar de esquizofrenia o autismo puede aparecer otro trastorno más leve y de mejor abordaje». Arango insiste en que la investigación actual se centra en la prevención en los primeros estadios.
Cada vez son más los estudios científicos que avalan la efectividad clínica y social de las intervenciones precoces en psicosis. Pero, además, este abordaje ahorra costes, según los datos presentados por David McDaid, de un estudio de la Facultad de Medicina de Londres, en el Foro de Madrid. El mensaje es que las unidades de intervención precoz, en niños y adolescentes, son coste-efectivas. Estas unidades, que son de creación obligatoria en el Reino Unido, y que existen en otros países como Alemania, Estados Unidos y Australia, han valorado el gasto que acarrean y el beneficio que obtienen, y las conclusiones son las siguientes: los tratados trabajan más, tienen menos discapacidad y toman menos fármacos. Es una forma de mejorar la calidad asistencial con un beneficio económico.
mayo 2/2014 (Diario Médico)