Las personas que necesitan injertos de piel debido a quemaduras u otras lesiones podrían algún día recibir una piel creada en un laboratorio con bioingeniería que funciona en gran medida como la piel humana real, informan unos investigadores suizos.

Esta nueva piel no solo tiene sus propios vasos sanguíneos, sino también (y esto es igual de importante) sus propios vasos linfáticos. Los vasos linfáticos son necesarios para evitar la acumulación de fluidos que pueden acabar con el injerto antes de que tenga tiempo de formar parte de la propia piel del paciente, indicaron los investigadores.

El descubrimiento de que los vasos linfáticos pueden crecer en un laboratorio también abre «un amplio espectro de posibilidades en el campo de la ingeniería de los tejidos, ya que todos los órganos del cuerpo humano (con la excepción del cerebro y el oído interno), contienen vasos linfáticos», afirmó la investigadora principal, Daniela Marino, de la Unidad de Investigación sobre Biología de los Tejidos del Hospital Universitario Pediátrico de Zúrich.

«Estos datos sugieren con fuerza que si un injerto de piel creado mediante ingeniería que contiene tanto vasos sanguíneos como linfáticos se trasplantara a pacientes humanos, la formación de fluidos se dificultaría, la curación de las heridas mejoraría y se fomentaría en gran medida la regeneración de una piel casi natural», señaló Marino.

Los investigadores dijeron que hasta ahora, los injertos de piel con bioingeniería no han contenido muchos de los componentes de la piel real, incluyendo los vasos sanguíneos y linfáticos, la pigmentación, las glándulas sudoríparas, los nervios y los folículos capilares.

Los vasos sanguíneos transportan los nutrientes, el oxígeno y otros factores esenciales que mantienen a los órganos vivos y en funcionamiento. Los vasos linfáticos quitan el fluido del tejido y lo devuelven al torrente sanguíneo.

«Cuando la piel sufre una herida, el fluido se acumula en el tejido dañado», explicó Marino. «Si no se quita de forma eficiente, se acumula y crea lo que se conoce como seromas, que pueden hacer que la herida no se cierre y que la piel no se regenere».

Para crear la piel nueva, el grupo de Marino usó células humanas de vasos sanguíneos y linfáticos, colocándolos en una solución que diseminaba las células en un gel parecido a la piel. Después de un tiempo en la incubadora, la mezcla creció y se convirtió en injertos de piel.

Los investigadores probaron entonces los injertos en ratas, y hallaron que la piel creada con bioingeniería se convirtió en una piel casi normal. Después de conectar el injerto con el propio sistema linfático de las ratas, recogió y extrajo el fluido del tejido, tal y como hace la piel normal.

Los injertos de piel que crecen de este modo podrían tener su mejor uso en los pacientes con quemaduras severas que no tienen suficiente piel propia para hacer injertos, señalaron los investigadores.

Pero los expertos comentaron que los experimentos en animales no siempre funcionan cuando se prueban en personas. Aun así, Marino dijo que tiene la esperanza de que no falte mucho para los ensayos con humanos.

No obstante, no todo el mundo está seguro de que este tipo de injertos tendrán una gran importancia.

El Dr. Alfred Culliford, director de cirugía plástica, reconstructiva y de mano en el Hospital Universitario de Staten Island, en la ciudad de Nueva York, calificó el tejido realizado con bioingeniería como «una tecnología en busca de un propósito».

«No creo que sea ampliamente aplicable para muchas personas que necesiten injertos de piel», afirmó Culliford. «Podría ser útil para los pacientes que han sufrido quemaduras en la mayor parte de la superficie de su cuerpo y que no tienen suficiente piel sana como para trasplantarla».

Culliford dijo que los mejores injertos para la mayoría de los pacientes son los de su propia piel. Además, señaló que no cree que añadir vasos linfáticos a un injerto sea un gran avance, ya que el drenaje del fluido ahora se hace con métodos como, por ejemplo, la comprensión del injerto.

Pero al Dr. Robert Glatter, médico de emergencias y experto en quemaduras del Hospital Lenox Hill en la ciudad de Nueva York, le pareció que la tecnología era más prometedora.

«Aunque todavía estemos trabajando con modelos animales, a corto plazo hay una probabilidad significativa de que esto pueda cambiar de forma considerable el modo en que tratamos las heridas que no se curan», indicó Glatter.

Las heridas que no se curan generalmente se encuentran en personas con diabetes o enfermedades vasculares cuya piel no funciona con normalidad. «No curan bien con los injertos de piel habituales», explicó Glatter.

Por su parte, Marino afirmó que el nuevo tejido es un avance real.

«En conjunto, lo más importante es tener tanto los vasos sanguíneos como los linfáticos en una piel creada con bioingeniería para iniciar la nutrición poco después del trasplante y para mantener el equilibrio de los fluidos de los tejidos», planteó. «Este paso en medicina regenerativa, esperado desde hace mucho, está ahora al alcance».

El estudio aparece en la revista Science Translational Medicine (doi: 10.1126/scitranslmed.3006894.).
enero 30/2014 (Medlineplus)

Marino D, Luginbühl J, Scola S, Meuli M, Reichmann E.Bioengineering dermo-epidermal skin grafts with blood and lymphatic capillaries.Sci Transl Med. 2014 Ene 29;6(221):221ra14.

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