Según un estudio llevado a cabo en el Hospital Doctor Peset de Valencia, a los tres años de la colocación de la malla, las arterias carótidas intervenidas presentaban una buena permeabilidad en el 91,4% de los pacientes.

La Unidad de Radiología Intervencionista del Hospital Universitario Doctor Peset de Valencia ha demostrado la eficacia a largo plazo de la colocación de «stents» (mallas cilíndricas) en la arteria carótida de pacientes con riesgo de sufrir un infarto cerebral o ictus, ya que, una vez pasados tres años, las arterias carótidas intervenidas presentaban una buena permeabilidad en el 91,4 % de los pacientes y, por tanto, el flujo sanguíneo al cerebro era el adecuado.

El centro hospitalario ha explicado que este estudio pretendía analizar el resultado de estas mallas carotídeas a los tres años de la intervención en un total de 256 pacientes intervenidos en el hospital entre 2002 y 2009 –año de corte para poder estudiar su evolución a tres años–, en que solo se han presentado complicaciones graves en las 24 horas siguientes a la intervención en un total cuatro pacientes.

Los pacientes eran personas que presentaron una estrechez en alguna de estas arterias superior al 70 % y, por tanto, tienen un elevado riesgo de sufrir infarto, una patología que afecta al año a casi 9000 valencianos y que es la primera causa de muerte en mujeres y la segunda en hombres.

Pionero en la Comunitat

El Hospital Universitario Doctor Peset, que ha obtenido el segundo premio del último Congreso Nacional de la Sociedad Española de Radiología Vascular e Intervencionista por este estudio, fue pionero en la Comunitat Valenciana al empezar a utilizar esta técnica en 2001 para prevenir el infarto cerebral en pacientes con estrecheces y obstrucciones de carótida.

Desde entonces, la Unidad de Radiología Intervencionista de este hospital público coloca más de 45 «stents» carotídeos al año con excelentes resultados y es una de las unidades con más experiencia en este procedimiento.

Esta intervención se realiza utilizando técnicas mínimamente invasivas que permiten que el paciente regrese a su casa a las 24 horas de la colocación del «stent» y que hacen que sea la opción más adecuada en pacientes de alto riesgo que ya han sufrido accidentes isquémicos múltiples y que no pueden optar por la cirugía convencional para desobstruir la arteria y prevenir un nuevo ictus.

Para colocar la malla carotídea se accede a la zona obstruida desde la arteria femoral –en la ingle– utilizando un catéter guía. Una vez allí, ayudados por un balón de angioplastia, se dilata la arteria carótida y se limpia la placa de ateroma. Por último, se coloca un «‘stent» carotídeo que se fija a la pared de la arteria y evita que vuelva a estrecharse.

Las arterias carótidas son las encargadas de enviar sangre oxigenada proveniente del corazón al cerebro. El proceso degenerativo de estas arterias –especialmente en el lugar en que se bifurcan en el cuello– provoca una acumulación de colesterol, calcio y otras grasas en la pared de las carótidas, un fenómeno que hace que el flujo de sangre que va al cerebro vaya disminuyendo conforme aumenta la obstrucción de las arterias.

Ataques pasajeros y derrames cerebrales

Además, también existe el riesgo de que se desprendan fragmentos de estas placas que obstruyan otras arterias pequeñas y ocasionen ataques isquémicos pasajeros y derrames cerebrales. Todos estos procesos se ven agravados por la hipertensión arterial –presente en el 67 % de los casos estudiados–, el colesterol alto –un 65 % de los pacientes del estudio tenía dislipemia–, el tabaquismo –49 %– o la diabetes mellitus –un 38 %  de los pacientes–

El sexo masculino y la edad avanzada son otros factores de riesgo para la estenosis de carótida. De hecho, de los pacientes estudiados en el Peset, un 76 %  eran hombres de 70 años de promedio.

Así, en 101 pacientes (el 39,5 %) la estrechez de la arteria era de más del 90 %, y en 142 pacientes (el 55,5 %) estaba entre el 70 y el 90 %. Además, se trataba de pacientes complejos, puesto que un 88 % había tenido ya un accidente cerebrovascular previo, el 23 % tenía cardiopatía isquémica y el 26 % enfermedad carotídea bilateral, que precisó una doble intervención en momentos distintos.
agosto 12/2013 (JANO)

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