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Del 40 al 60 % del volumen global de pacientes que acuden al centro de salud por síntomas aparentemente digestivos, cardiovasculares o neurológicos presentan alteraciones psíquicas que pueden tardar en diagnosticarse. Tras un rosario de consultas y pruebas médicas sin resultados suele aparecer un trastorno de ansiedad, a menudo solapado con depresión, cuyas manifestaciones físicas despistan a especialistas y pacientes. La derivación al psiquiatra tras comprobarse la ausencia de causas orgánicas ahorra tanto sufrimientos al enfermo como gastos al sistema sanitario.
«El trastorno de ansiedad produce síntomas de la cabeza a los pies y lo peor es decirle al paciente que no tiene nada, o que todo es de la mente, porque la ansiedad no es un estado emocional o afectivo que uno pueda superar por sí mismo, sino una enfermedad con causa biológica que puede tratarse», explica Antonio Galbis, de la Clínica Psiquiátrica de Valencia. Durante su intervención en el curso anual de psiquiatría organizado por la Universidad del Mar y la Fundación de Estudios Médicos de Molina, Galbis ha alertado sobre la necesidad de orientar bien a estos pacientes que solo curarán sus males físicos con terapia psicológica y que no deben acostumbrarse a vivir una vida en tonos grises sin solución a sus dolencias.
«La ansiedad puede ser un rasgo de carácter o una enfermedad que se da en personas que ni siquiera tenían una personalidad ansiosa previa, aunque en un alto porcentaje se relaciona con un comportamiento caracterizado por la ansiedad anticipativa y la anticipación negativa a los acontecimientos vitales, y en muchos casos con rasgos obsesivos que provocan gran malestar al ansioso si sus planes no están bajo control». Galbis recalca que el trastorno de ansiedad produce síntomas psicológicos como sensación de inquietud, intranquilidad o temor de que algo malo puede pasar, con pensamientos negativos generalmente basados en la incertidumbre; pero también síntomas físicos importantes: mareos, vértigos, inestabilidad, temblores, escalofríos, alteraciones digestivas identificables con intestino irritable, así como otras de tipo cardiovascular con palpitaciones, picos de hipertensión o aumento de cefaleas.
Doble enfoque
El consenso psiquiátrico se centra en un doble enfoque farmacológico y psicoterapéutico. «Durante las primeras semanas de tratamiento es eficaz la combinación de fármacos ansiolíticos, generalmente benzodiacepinas, con un grupo de antidepresivos cuyo mecanismo de acción también combate la ansiedad, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, o de serotonina y noradrenalina, que son los neurotransmisores afectados».
Galbis recomienda que con la mejoría del paciente se minimice progresivamente el ansiolítico, aunque el tratamiento tiene que durar al menos nueve meses o un año, y que los enfermos que tienen carácter ansioso acudan después a psicoterapia cognitiva-conductual para aprender a entender sus síntomas y saber detectar los pensamientos negativos.»Hay que valorar si se trata de un trastorno transitorio o anclado en rasgos de personalidad, en cuyo caso la psicoterapia será una gran inversión para controlar la ansiedad futura».
El psiquiatra lamenta que muchos de estos trastornos tarden en detectarse, lo que agrava las condiciones psíquicas y físicas del paciente, que puede terminar con una depresión mayor, además del deterioro que producen sus síntomas orgánicos, como puede ser la desnutrición por alteraciones digestivas. «Son enfermos que a veces se acostumbran a ver la vida en blanco y negro, y que cuando se tratan comienzan a verla en color y les parece increíble haber estado tan mal, a veces durante años».
Es frecuente que los pacientes hayan peregrinado por especialistas como neurólogos y otorrinos para encontrar solución a sus molestias físicas y que aumente su pensamiento negativo ante la falta de respuestas. Según Galbis, en el primer mes de farmacoterapia ya se observa una mejoría que será sustancial en unos tres meses.
Malestar, ansiedad y negatividad
Las personas ansiosas son incapaces de afrontar la incertidumbre, que les causa inseguridad y gran malestar. Tienen que tener todo controlado, se adelantan a las circunstancias con pensamientos negativos y se angustian creyendo que tienen algo malo que los médicos no han sabido detectar. No es hipocondría porque en realidad los síntomas físicos existen, pero la anticipación negativa y los rasgos obsesivos pueden magnificar su percepción. Lo mejor es explicarles por qué razón deben ir al psiquiatra y ayudarles a comprender la terapia psicológica.
julio 15/2013 (Diario Médico)