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La Agencia Española de Seguridad Alimentaria defiende la necesidad de establecer sinergias entre la industria y las instituciones para reducir la obesidad.
Los mil días que transcurrren en la gestación y los tres primeros años de vida son claves para la salud del niño y, especialmente, para determinar el riesgo de que sufra sobrepeso u obesidad. Así se ha destacado en el transcurso del Simposio Mediterráneo de Obesidad, una iniciativa promovida por Danone Baby Nutrition y que el pasado fin de semana congregó en Valencia a más de un centenar de expertos.
En opinión del Dr. José Manuel Moreno, pediatra de la Unidad de Nutrición del Hospital 12 de Octubre de Madrid, “la lucha contra la obesidad debe empezar en el periodo periconcepcional, y tiene que ser una tarea continua, que se prolongue a lo largo de toda la vida”. Con todo, advirtió de que “hay etapas de la vida, sobre todo en los primeros años, que tienen una mayor influencia en la salud posterior”. Así, a juicio de este experto, “cuanto antes se sigan unos hábitos saludables, más salud habrá en un futuro».
La obesidad es un problema de salud complejo, en cuya patogénesis influyen tanto factores conductuales como biológicos y psicosociales. Por ello, recomendó el Prof. Gianvincenzo Zuccotti, del Departamento de Pediatría del Hospital Luigi Sacco, de Milán y la Universidad del Estudio de Milán (Italia), “la estrategia de prevención de la obesidad será más efectiva si se lleva a cabo lo antes posible, atendiendo a todos los factores implicados y conociendo bien e interviniendo en los hábitos dietéticos de la población”.
Se ha establecido un periodo simbólico, de mil días, en el que “nos jugamos gran parte de la salud futura”, insistió el Dr. Moreno, que informó de la puesta en marcha de la iniciativa ‘thousanddays.org’, que pretende concienciar a la población de la «importancia del capital de salud que se acumula en este periodo”, apuntó la Dra. Claudine Junien, profesora de Genética y representante de la sociedad francófona “Orígenes de la Salud y la Enfermedad en el Desarrollo” (SF DOHaD). Y es que, tal como defendió el Dr. José Manuel Moreno, “aunque todas las intervenciones que se hagan sobre los hábitos de vida y de nutrición después de los mil días son positivas, no resultan tan eficaces y son más costosas que las llevadas a cabo en estos primeros meses de vida y durante la gestación”.
Insistir en lo conocido, advertir sobre lo nuevo
Como recomendaciones básicas, los ponentes subrayaron los beneficios de la lactancia materna. Según el Dr. Moreno, «durante los primeros seis meses de vida, siempre que sea posible, la alimentación debería ser exclusivamente con leche materna y, cuando la lactancia ya no es posible, se aconseja el empleo de leches de continuación que provean el aporte energético y las cantidades de macro y micro nutrientes necesarios para las necesidades del niño durante los tres primeros años”.
Además, recalcaron la importancia de extremar el cuidado de la alimentación de la embarazada (incluso antes de la concepción). En este sentido, Pascale Chavatte-Palmer, directora de Investigación en el French National Institute of Agricultural Research (Francia), recordó que determinadas dietas de la madre influyen sobremanera en la salud del feto.
Mensajes para la reflexión
Los participantes en esta reunión insistieron también en la utilidad de las fórmulas de leche infantil. “La leche es muy importante en los 2-3 primeros años de vida: si es materna, mejor; si no es posible, las fórmulas infantiles son la solución”, señaló el Dr. Moreno. Y es que un excesivo consumo de proteínas a edades tempranas se asocia con un aumento del riesgo posterior de obesidad. El Prof. Carlo Agostoni, del Departamento de Ciencias Clínicas y Salud de la Comunidad de la Universidad de Milán, señaló, a este respecto, que “la elevada ingesta de proteínas tiene un papel clave en la síntesis de factores que promueven el crecimiento”.
De la misma forma, el Prof. Angelo Pietrobelli, de la Unidad de Neonatología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Verona (Italia), concretó que “el consumo excesivo de proteínas en el segundo año de vida induce la presencia de una mayor tasa de grasa en la infancia posterior”, recomendando “una apropiada ingesta de proteínas en los primeros años para facilitar un óptimo crecimiento y reducir el riesgo de sobrepeso, obesidad y de enfermedades cardiovasculares en etapas más avanzadas de la vida”.
Ahondando en esta idea, la Dra. Marie-Françoise Rolland-Cachera, de la Unidad de Investigación Epidemiológica Nutricional de la Universidad de la Soborna (Francia), aclaró que “existe una creciente evidencia que relaciona el elevado consumo de proteínas en los estadios iniciales de la vida y el riesgo posterior de tener obesidad; sin embargo, no hay en la literatura científica evidencia consistente que ponga de manifiesto la asociación entre la ingesta de grasa en estas etapas incipientes y el aumento del riesgo futuro de obesidad”. De hecho, la propia Academia Americana de Pediatría ha recomendado recientemente que no se restrinja el consumo de grasa en niños menores de dos años (debiendo evitarse los ácidos grasos trans y las grasas saturadas).
En busca de sinergias
La Organización Mundial de la Salud estima que la incidencia de enfermedades no comunicables (que suponen más de un 60 % de todas las muertes) se elevará un 17 % en la próxima década. Entre estas enfermedades, la obesidad y el sobrepeso tienen un especial protagonismo, provocando directamente hasta 2,8 millones de fallecimientos.
“La obesidad es la pandemia del siglo XXI”, afirmó en este foro la vocal de Coordinación Científica de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), Ana Canals, que detalló que “hasta 5 de los 10 principales factores de riesgo asociados con las enfermedades no transmisibles están relacionados con los hábitos nutritivos y la actividad física” y, lo que es más importante, “todos ellos pueden ser modificados satisfactoriamente”, subrayó Ana Canals.
Canals tendió la mano a los profesionales de la salud y a la industria de la alimentación para trabajar en políticas de prevención y control de la obesidad, y resaltó las iniciativas que se están llevando a cabo desde hace años en nuestro país en la lucha contra esta epidemia, como la Estrategia NAOS (Estrategia para la Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad), el código PAOS, el Plan Cuídate o la puesta en funcionamiento del Observatorio de la Nutrición y de Estudio de la Obesidad.
julio 14/2013 (JANO.es)