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Los últimos ensayos con moléculas para el tratamiento sistémico del cáncer de hígado han fallado, lo que plantea la necesidad de reorientar la estrategia.
La investigación orientada a buscar nuevas opciones para el tratamiento sistémico del cáncer de hígado está en plena evolución. Actualmente solo está disponible un fármaco eficaz para esta indicación, el sorafenib -que data del año 2008-, y desde entonces todos los intentos por encontrar nuevas moléculas para estos pacientes, tanto de primera como de segunda línea terapéutica, han fracasado. Esta realidad obliga a los investigadores a cambiar de rumbo y buscar nuevas estrategias para el abordaje de la enfermedad, según ha quedado de manifiesto durante la sesión sobre tumores hepáticos celebrada en el XV Congreso Mundial de Cáncer Gastrointestinal (ESMO), que se desarrolla estos días en Barcelona.
La mesa ha estado moderada por Josep Maria Llovet, del Servicio de Hepatología del Hospital Clínico de Barcelona y director del Programa de Investigación de Patologías Hepáticas en la Escuela de Medicina del Mount Sinai, de Nueva York (Estados Unidos), y Philippe Rougier, del Hospital Europeo Georges Pompidou, de París (Francia), y han intervenido también Augusto Villanueva, del Kings College, de Londres (Reino Unido), y Chris Verslype, del Hospital Universitario de Lovaina (Bélgica).
Los ponentes han hecho un repaso de las alternativas que configuran el actual abanico terapéutico para esta enfermedad y han coincidido en que el abordaje mediante la determinación de subclases de pacientes y la indicación de terapias biológicas dirigidas contra objetivos moleculares concretos es la que se vislumbra por ahora como más esperanzadora.
¿Hay consenso?
Durante la sesión interactiva sobre las guías de práctica clínica en el abordaje del cáncer hepatocelular, los participantes han podido responder en el momento y desde su asiento a una serie de preguntas que han realizado los ponentes sobre sus decisiones clínicas por medio de un sistema informático que permite analizar las respuestas de forma automática.
La primera conclusión a la que se ha llegado durante la sesión ha sido que hay bastante consenso entre las recomendaciones de las guías europeas y americanas, tanto de hepatología como de oncología. No obstante, también ha quedado de manifiesto la heterogeneidad de las decisiones que toman los oncólogos en la práctica clínica diaria a la hora de tratar a sus pacientes.
En muchos casos las terapias que se eligen no corresponden con lo que indican las guías, «y eso no es más que un reflejo de la gran complejidad que implica esta enfermedad», a juicio de Llovet. En general, los criterios para la elección de alternativas invasivas, como ablación o resección, son más estrictos en las guías de lo que sucede en realidad.
Avances en cáncer de estómago
La administración de quimioterapia después de la gastrectomía D2 mejora la supervivencia a los cinco años en cáncer gástrico avanzado, según concluye el estudio Classic, en fase III aleatorizado, abierto y multinacional realizado en Corea del Sur, China y Taiwán. Los resultados demuestran una reducción del 34 % en la mortalidad por este tipo de tumor. Sung Hoon Noh, de la Facultad de Medicina de la Universidad Yonsei, en Corea, ha comentado que el régimen de quimioterapia estudiado se basa en Xelox, una combinación de capecitabina y oxaliplatino.
Retos en carcinoma de páncreas
En los últimos 15 años se ha pasado de un 2 % de supervivencia a un año en cáncer de páncreas metastásico al 50 % en un grupo selecto de pacientes tratados con quimioterapia. La elección entre las alternativas terapéuticas actuales se basa en la edad, el estado general del paciente, las comorbilidades y los tratamientos disponibles, según una revisión presentada en el XV Congreso de la ESMO. Uno de los retos en este campo consiste en validar los biomarcadores predictivos para mejorar la relación riesgo beneficio de los actuales regímenes terapéuticos.
julio 7/2013 (Diario Médico)