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Las variaciones climáticas podrían influir en la propagación de pandemias como la de la influenza A (H1N1), inicialmente conocida como gripe porcina, aparecida en México y Estados Unidos en 2009.
Esa es la hipótesis de un artículo científico que propone investigar los vínculos entre variaciones climáticas, migraciones de aves y pandemias de gripe.
«Examinamos las cuatro pandemias de influenza de 1918, 1957, 1968 y 2009 y encontramos que cada una ocurrió en la primavera o al inicio del verano boreal, precedida por temperaturas de la superficie marina debajo de lo normal, indicador de la fase de La Niña», dijo el doctor en ciencias climáticas Jeffrey Shaman, de la Mailman School of Public Health de la Universidad de Columbia.
«Se sabe que las aves silvestres son el primer reservorio de virus influenza A y que facilitan la emergencia de nuevos linajes pandémicos, transmitiendo virus a humanos y animales domésticos», señala el artículo escrito por Shaman y su colega Marc Lipsitch, de la Harvard School of Public Health.
«Las aves migratorias, con sus viajes a largas distancias y muchas escalas, son consideradas particularmente cruciales para la mezcla y recombinación de los genomas de los virus de influenza», señalan los autores.
El artículo «The El Niño-Southern Oscillation (ENSO) – Pandemic Influenza Connection: Coincident or Causal?» (El fenómeno El Niño Oscilación del Sur (ENOS) – Conexión con la influenza pandémica: ¿Coincidente o causal?) fue publicado en enero por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences de Estados Unidos (doi:10.1073/pnas.1107485109).
La Niña es la fase fría del ENOS, un fenómeno climático y marítimo cíclico que afecta los patrones meteorológicos en todo el mundo y que es parte del sistema que regula el calor en el trópico oriental del océano Pacífico.
El ENOS está pautado por cambios en la temperatura de la superficie oceánica y en la presión atmosférica. La Niña transporta agua más fría a lo largo del Pacífico y suele presentarse con una frecuencia de entre dos y siete años, pero también en forma consecutiva, como ocurrió en 2011 y los primeros meses de 2012.
Los especialistas sugieren que las condiciones de La Niña pueden juntar subtipos divergentes de influenza en algunas partes del mundo y favorecer la recombinación de la enfermedad mediante infecciones múltiples y simultáneas en portadores individuales y la generación de nuevas cepas pandémicas.
El ENOS afecta la salud y comportamiento de las aves migratorias, al alterar la biomasa de los animales, los patrones de vuelo y escalas, el tiempo de cambio de plumaje y la densidad de población.
La Oscilación del Sur cambia drásticamente las condiciones meteorológicas -temperatura, precipitación pluvial, velocidad y dirección del viento-, que a su vez pueden influir en el comportamiento de las aves.
En abril de 2009 empezaron a aparecer en México casos de un tipo de influenza A hasta entonces desconocido, que luego sería bautizado como H1N1.
A raíz de la ola de contagios, el gobierno federal y la alcaldía de la Ciudad de México ordenaron el cierre de escuelas y comercios y la suspensión de actividades públicas masivas, como conciertos y misas.
En junio de ese año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró estado de pandemia y promovió el desarrollo de vacunas y el suministro del medicamento oseltamivir, que el laboratorio Roche vende bajo el nombre de Tamiflú.
«Siempre se ha sabido que las variaciones climáticas han cambiado los virus, desde tiempos de los griegos. El germen evoluciona mucho en épocas de frío y sequedad, y ahora ambas condiciones se juntan», dijo el galeno mexicano Federico Ortiz, que publicó en 2009 el libro «Código A (H1N1). Diario de una pandemia».
Desde 2009 hasta febrero de este año se registraron en México 252 388 casos de influenza, de los cuales 75 328 corresponden al A (H1N1), según la Secretaría (ministerio) de Salud. Murieron 2261 personas, 1837 por la nueva cepa.
Entre 2011 y este año parece haber un repunte de contagios. El año pasado se registraron 925 casos de gripe, 345 de A (H1N1). En lo que va de 2012, se contabilizaron 2815 enfermos, y 2544 por el nuevo virus.
El año pasado murieron 50 personas en México por gripe, y 40 de ellas por A (H1N1). En los dos primeros meses de 2012 los muertos fueron 58 y 54 respectivamente.
El efecto de ENOS sobre la salud y conducta de las aves migratorias podría ser un medio por el cual el ambiente a gran escala altera la probabilidad de eventos de recombinación del virus de influenza y la transmisión hacia portadores humanos», indicó Shaman.
Para probar su hipótesis, los académicos sugieren estudiar la genética de las poblaciones de influenza, la prevalencia de los virus en varias especies portadoras y los patrones de migración aviar.
Hay una amplia literatura que documenta los efectos del ENOS en enfermedades infecciosas como paludismo, dengue y cólera, y algunos estudios parciales sobre sus vínculos con epidemias locales de gripe estacional.
Pero, hasta ahora, «nuestra capacidad para predecir el desarrollo de una influenza pandémica es limitada», afirman los autores.
«La influenza típica tiene más incidencia y mortalidad. El A (H1N1) no es tan letal como se pensó», dijo Ortiz. «Pero, conforme el virus se expande, aumenta su diversidad genética. Por eso es posible que haya un crecimiento mayor», previó.
febrero 14/2012 (IPS)
Tomado del Boletín de Prensa Latina: Copyright 2012 «Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.»
Jeffrey Shaman, Marc Lipsitch. Fostering Advance in Interdisciplinary Climate Science Sackler Colloquium: The El Niño–Southern Oscillation (ENSO)–pandemic Influenza connection: Coincident or causal? PNAS; publicado enero 17/2012.