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Hallar marcadores no invasivos que señalen cómo va a evolucionar el injerto constituye una de las áreas de investigación más llamativas en el campo del trasplante. Aunque incipientes, hay estudios en marcha que podrían cambiar la monitorización de la respuesta inmune.
Uno de los objetivos del Congreso de la Sociedad Madrileña de Trasplantes (SMT), que acaba de celebrar su cuarta edición, es la puesta en común de los últimos avances científicos, incluyendo la participación de especialistas de la Sociedad Americana de Trasplantes, como Millie Samaniego, directora del Programa de Trasplante Renal en la Universidad de Michigan.
Entre esas novedades destaca la investigación en biomarcadores, preferentemente no invasivos, para determinar la evolución del injerto. José María Morales, presidente de la Sociedad Madrileña de Trasplantes, apunta que «se sabe que el componente de la inmunidad humoral es muy importante en la evolución de los órganos trasplantados: los pacientes que desarrollan rechazo agudo o crónico humoral tienen peor evolución que los que no lo hacen. Uno de los retos es optimizar la prevención del rechazo agudo mediado por anticuerpos y el tratamiento del crónico».
Cada vez tratamos a más enfermos de alto riesgo inmunológico, pacientes hiperinmunizados con trasplantes previos. Para evitar el rechazo humoral es preciso establecer un tratamiento inmunosupresor adecuado y a ello contribuye la monitorización de la respuesta inmune. En el futuro podríamos tener ese control de forma más evidente, mediante biomarcadores no invasivos, que nos ayudasen a determinar la evolución del injerto, al margen de otros métodos empleados como las biopsias de protocolo». La Universidad de Cornell, en Nueva York, es uno de los centros donde se está investigando estos biomarcadores; en concreto, trabajan con determinadas citocinas en la orina como factores predictivos del rechazo agudo en trasplante renal, aunque las investigaciones son aún muy preliminares y todavía hacen falta más trabajos que apoyen esta hipótesis.
Las estrategias incipientes para aumentar la disponibilidad de órganos para el trasplante también son debatidas en el congreso. La comunidad madrileña sigue un gran ritmo en esta área, como recuerda Morales, del Hospital 12 de Octubre, centro que acumula el mayor volumen de injertos de órganos sólidos de toda España «solo en injertos renales sumaron el año pasado 152″.
Según ha expuesto Carlos Chamorro, coordinador de la Oficina Regional de Trasplantes, la mortalidad en la población general de la comunidad de Madrid es la menor de todas las españolas; esta buena noticia -que habla de la excelencia de la asistencia médica y del éxito de programas como el de prevención de accidentes de tráfico y el de asistencia precoz del ictus- implica que hay que recurrir a nuevas fuentes de órganos: la donación de vivo, en asistolia y los programas de donación cruzada y de donación altruista, también conocida como del buen samaritano.
Dentro de las opciones de vivo se han expuesto datos de la experiencia con la donación renal de vivo ABO incompatible. El grupo de Federico Oppenheimer, del Clínico de Barcelona, hospital pionero en España con esta modalidad, acumula ya 33 casos desde octubre de 2006. Pese a las dificultades y a falta de que se elabore un protocolo idóneo a la luz de la experiencia mundial, se trata de una vía que hay que seguir explorando en la Organización Nacional de Trasplantes de España.
noviembre 8/2011 (Diario Médico)