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El dengue, una de las enfermedades víricas de transmisión por vectores más importante en la región de las Américas, ha visto un resurgir en los últimos años, detectándose un aumento en la incidencia y frecuencia de transmisión, y emergencia de las formas severas.
El crecimiento de la población mundial asociado a la urbanización no planificada, en especial en países pobres donde predominan viviendas precarias, hacinamiento, deterioro en los sistemas de suministro de agua, así como el espectacular aumento del volumen de residuos sólidos que sirven de hábitat para larvas de mosquitos- favorecen el incremento de ese padecimiento.
En los últimos años la cifra de enfermos de dengue aumentó de manera creciente, con brotes epidémicos que se repiten cíclicamente cada tres a cinco años.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que anualmente se producen 50 millones de casos de dengue, y unos dos mil millones de personas (dos quintos de la población del planeta) corren el riesgo de contraer la infección.
Síntomas muy parecidos a los de la gripe común caracterizan esta dolencia transmitida por el mosquito Aedes Aegypti: cefalea, fiebre, dolores musculares, retrooculares, y rash cutáneo.
En tanto, la forma hemorrágica, una complicación casi siempre grave, puede llevar a la muerte si no se atiende a tiempo.
Sin medicamentos que lo cure, ni vacunas para prevenirlo, la única forma que existe hoy para el control del dengue es la lucha antivectorial, mediante medidas de higiene y saneamiento.
Información adecuada, vigilancia epidemiológica, control de los niveles de infestación, higiene ambiental, eliminación de criaderos, ha sido hasta ahora la única manera de controlar y prevenir un mal presente en gran parte del mundo desde hace muchos años.
Sin embargo, esto pudiera cambiar, si se corrobora y extiende un estudio realizado por un equipo internacional de expertos, cuyos resultados publica la revista Nature (doi:10.1038/nature10355).
En el ensayo, en cuestión, los especialistas lograron reducir la sensibilidad del mosquito Aedes aegypti al virus del dengue, al introducir una bacteria en poblaciones salvajes de este insecto.
Para ello, los investigadores inocularon la bacteria Wolbachia (capaz de evitar la infección) en mosquitos contagiados por el virus causal de la dolencia, y con posterioridad los soltaron al ambiente donde se relacionaron con otros de su misma especie que no fueron alterados.
Más tarde comprobaron como los modificados lograron reemplazar por completo a los otros, y con ello la eliminación del virus en la zona.
Se trata de la primera liberación intencional de mosquitos infectados por la bacteria Wolbachia para sustituir a una población de insectos existente, explican los autores.
Si estos resultados son repetibles, pudiera ocurrir una drástica disminución en la incidencia de dengue, una enfermedad que afecta a 50 millones de personas cada año, destaca el informe.
Los especialistas, de Australia, Viet Nam, Tailandia, Estados Unidos y Brasil esperan que con esta investigación se pueda establecer una estrategia de control sostenible para controlar el mal.
No obstante, queda un largo camino por recorrer antes que esto sea ciencia constituida, por lo pronto se impone insistir en la necesidad de intensificar las medidas de control del mosquito, las que unidas a un diagnóstico precoz reducirá las tasas de morbimortalidad por dengue y evitará posibles epidemias.
noviembre 1/2011 (PL)
Tomado del boletín de selección temática de Prensa Latina: Copyright 2011 «Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.»
T. Walker, P. H. Johnson, L. A. Moreira, I. Iturbe-Ormaetxe, F. D. Frentiu, C. J. McMeniman, et. al. The wMel Wolbachia strain blocks dengue and invades caged Aedes aegypti populations. Nature 476, 450-453.