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Investigadores de la Universidad de Michigan descubrieron señales sutiles de daño cardiaco en electrocardiogramas, que podrían ayudar a identificar con anticipación a los pacientes con riesgo de morir pronto.
Los resultados de un estudio, que se publican en la revista Science Traslational Medicine (DOI:10.1126/scitranslmed.3002557 ), otorgan nuevos elementos a los médicos para detectar este riesgo y otorgar un tratamiento anticipado a sus pacientes cardiacos con el que pueden salvarles la vida.
En Estados Unidos cerca de un millón de personas registran ataques cardiacos cada año, y en ciertos grupos de edad más de uno de cada cuatro individuos que sobreviven al ataque inicial mueren por complicaciones dentro de un año, según la Asociación Cardiaca Estadunidense.
En el estudio, participaron especialistas del Instituto Tecnológico de Massachussets, la Escuela de Medicina de Harvard y el Hospital Brigham and Womens de Boston.
Los investigadores usaron técnicas de exploración de datos para analizar los Ecos continuos de 24 horas de cuatro mil 557 pacientes que habían sufrido ataques cardiacos.
Además, determinaron que algunas señales registradas en los electrocardiogramas de muchos pacientes que murieron por causas cardiovasculares, contenían patrones erráticos similares que hasta ahora se habían desechado como ruido o no se detectaban.
«En el ruido hay información oculta, y es casi invisible debido al enorme volumen de datos», dijo Cesan Syed, profesor de la UM y autor principal del estudio.
Indicó que «usando avanzadas técnicas de computación podemos separar lo que es realmente ruido de lo que es, en realidad, un comportamiento anormal que nos indica cuán inestable es el corazón».
Los médicos recetan en la actualidad tratamientos más agresivos después de un ataque cardiaco sobre la base de factores como la salud general del paciente, su historial médico, resultados de varios análisis de sangre y un ecocardiograma.
El ecocardiograma es un examen diferente al electrocardiograma, que se basa en el ultrasonido para obtener una imagen del corazón y medir cuánta sangre bombea en cada palpitación.
«Los métodos actuales que determinan cuáles víctimas de ataques cardiacos necesitan los tratamientos más agresivos pueden identificar los grupos de pacientes con alto riesgo de complicaciones, pero no aciertan en más del 70 % de las muertes», apuntó el especialista.
Benjamín Scirica, cardiólogo del Hospital Brigham and Women s que también participó en el estudio, consideró que la medición actual es burda y no logra identificar un buen número de pacientes que tienen los corazones más enfermos.
Durante los meses siguientes a un ataque cardiaco los pacientes son vulnerables a la muerte repentina debido a irregularidades en el ritmo del corazón, lo que puede evitarse con medicamentos o defibriladores implantados que administran descargas eléctricas.
«Actualmente es difícil determinar quién necesita esos medicamentos o el defibrilador antes de que sea demasiado tarde», precisó.
El electrocardiograma, una de las herramientas más antiguas en cardiología, mantiene una vigilia junto al paciente de ataque cardiaco internado en el hospital, pero para los médicos es complicado determinar predictores de resultado más importantes en sus grabaciones.
Los médicos, observan estos datos en «instantáneas» que duran unos pocos segundos, debido a la imposibilidad para estudiar los datos recolectados en 72 horas de electrocardiograma, es por eso que se enfocan en pequeñas porciones.
Syed y sus colegas desarrollaron nuevas formas para examinar los datos y encontrar anormalidades, llamadas ‘biomarcadores computacionales’, que señalan defectos en el músculo cardiaco y el sistema nervioso y que evolucionan con el tiempo.
Esos biomarcadores son: la «variabilidad morfológica», que es el grado de variación sutil en la forma de los latidos del corazón aparentemente normales a lo largo de periodos prolongados.
Así como los «motivos del ritmo cardiaco», que son secuencias específicas de cambio del ritmo cardiaco, y reflejan si el corazón responde como debe a las señales del sistema nervioso.
El tercer biomarcador es el «desajuste simbólico», que mide la diferencia de la señal del electrocardiograma de largo plazo de un paciente comparada con la de otros pacientes con historiales clínicos similares.
Los investigadores usaron las señales para comprobar quiénes estaban vivos un año después del ataque cardiaco y encontraron que las personas con al menos una de las anormalidades tenían de dos a tres veces más probabilidades de morir dentro de los 12 meses.
Al agregar las tres técnicas a las actuales herramientas de evaluación que emplean los médicos, se logró predecir 50 por ciento más muertes con menos positivos falsos.
«Esto representa decenas de miles de pacientes para los cuales los médicos podrían recetar un tratamiento preventivo eficaz sobre la base de una evaluación más individualizada de su riesgo de complicaciones», agregó Syed.
Las nuevas técnicas usan datos que ya se recolectan de manera rutinaria durante las visitas al hospital, de tal forma que su puesta en práctica no aumentará los costos ni representa una carga adicional para los pacientes o quienes cuidan de su salud.
Septiembre 28/2011 Chicago, (Notimex).-
Tomado del boletín de selección temática de Prensa Latina: Copyright 2011 «Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.»
Zeeshan Syed, Collin M. Stultz, Benjamin M. Scirica, John V. Guttag.Computationally Generated Cardiac Biomarkers for Risk Stratification After Acute Coronary Syndrome. Publicado en Science Translational.3:102ra95. Septiembre 28/2011