El cuidado de la salud continúa planteando un gran desafío para los países en desarrollo. Los logros de los programas sanitarios individuales se eclipsan por los problemas que esas naciones enfrentan en el siglo XXI.

Además, como reconocen los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de las Naciones Unidas, la salud está estrechamente vinculada con el desarrollo -una economía que falla no puede proveer un adecuado cuidado de la salud, y una población enferma, incapaz de trabajar productivamente, no puede impulsar la economía.

Las naciones en desarrollo siempre han tenido que lidiar con enfermedades infecciosas. El VIH/sida, el paludismo y la tuberculosis continúan devastando amplias zonas de África, Asia y América Latina. A ello se suman nuevas amenazas mortales, como el SARS y la gripe aviar que están emergiendo. Un mundo cada vez más globalizado hace más difícil que nunca contener esas enfermedades, y es crucial la colaboración entre países en la investigación, monitoreo y vigilancia.

Algunos países -Brasil e India, por ejemplo- se tornan más desarrollados, y más capaces de hacer frente a las enfermedades infecciosas. Pero los países desarrollados más ricos también tienen que luchar contra crecientes tasas de enfermedades no transmisibles crónicas como cardiopatías, diabetes mellitus y cáncer. Para abordar estas cargas, se necesitan desarrollo de fármacos y tratamientos alternativos, así como también medidas que aseguren que la gente necesitada tenga acceso a medicinas y adecuados estándares de atención.

En los países en desarrollo, diagnósticos insuficientes y drogas falsificadas pueden significar que la gente recibe medicinas que no necesita, o no se les explica cómo tomarlas adecuadamente. Esto promueve la resistencia a las drogas, la que necesita atención urgente para asegurar que los fármacos vitales no se vuelven inútiles para siempre.

Afrontar tanto las enfermedades infecciosas como las no infecciosas requiere un robusto sistema de salud, del cual carecen muchos países pobres. Los sistemas de salud necesitan una adecuada y sostenida financiación del gobierno, trabajadores capacitados y, a veces, conocimientos técnicos y asistencia de países más desarrollados. El conocimiento y las costumbres locales, curanderos y técnicas tradicionales, también pueden desempeñar un papel determinante en el combate de estas enfermedades.

La investigación científica tiene un rol integral en el cuidado de la salud. Los países en desarrollo necesitan construir la capacidad de desarrollar agendas de investigación y diseñarlas a medida de sus necesidades. Solo cerca del 10% de los recursos del mundo para la investigación en salud se invierte en afrontar los problemas sanitarios del mundo pobre, que da cuenta del 90% de las enfermedades globales. También, muchos países necesitan definir mejor las guías para una ética de investigación con el fin de determinar cómo las pruebas pueden ser realizadas sin explotar las poblaciones locales.
abril 3/2011 (Scidev.net)

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Objetivos de Desarrollo del Milenio

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