El Hospital Universitario y Politécnico La Fe, de Valencia, ha iniciado un novedoso tratamiento que evita la pérdida del ojo en niños con retinoblastoma intraocular avanzado, un tumor infantil que afecta al 3% de niños menores de 15 años diagnosticados de cáncer.La técnica consiste en aplicar quimioterapia de forma directa y localizada al tumor a través de un catéter que se desplaza desde la arteria femoral hasta la oftálmica. De esta manera, el paciente recibe dosis más bajas de quimioterapia con una mayor efectividad y menos efectos secundarios, ya que el medicamento se canaliza a través de los vasos sanguíneos del ojo. El tratamiento está indicado en pacientes mayores de seis meses con retinoblastoma intraocular avanzado en un solo ojo y que no tengan otra alternativa terapéutica que la extracción del globo ocular. Por el momento, el centro valenciano ha tratado ya a dos niños con esta técnica -un niño de dos años y diez meses que ha recibido cuatro meses de tratamiento, y una niña, diagnosticada más tarde, que solo ha recibido un ciclo-; los resultados obtenidos son muy positivos. Julia Balaguer, del Servicio de Oncología Infantil, explicó que, \»a pesar de los avances durante los últimos años en el tratamiento de esta patología, en los tumores unilaterales avanzados el tratamiento de elección todavía es la enucleación\». Según Balaguer, \»esta nueva técnica nos permite administrar la quimioterapia selectivamente, aumentando la concentración justamente donde queremos tratar el tumor y así obtener mejores resultados. Además, conseguimos que la quimioterapia llegue menos al resto de órganos, reduciendo los efectos secundarios tanto agudos como a largo plazo\». Asimismo, hizo hincapié en que \»en los casos en que el ojo afectado tuviera algo de visión, es posible que esta se preserve o recupere\». Víctor Vázquez, del Servicio de Radiología, ha destacado que \»la inyección del fármaco, mediante jeringas de un mililitro, debe realizarse muy despacio, en pequeñas cantidades y bajo anestesia\». En este sentido, enfatizó en la dificultad del empleo de material de reducido tamaño, ya que \»la arteria oftálmica es muy pequeña\». Los especialistas apuntaron que, según la experiencia de los centros que llevan más tiempo con esta técnica, la media para obtener resultados es de tres sesiones, que suelen durar alrededor de 45 minutos cada una. Por su parte, Rafael Martínez-Costa, del Servicio de Oftalmología Infantil, ha subrayado la importancia de vigilar al paciente una vez realizada la intervención. \»Nuestra meta es acabar con el tumor o que quede inactivo, pero el daño que ha producido ese tumor dentro del ojo es otro tema que no hay que olvidar. Podemos conseguir que el tumor no prolifere y preservar el ojo, pero puede ser que las alteraciones que lo han producido sean las que nos dejen sin visión y eso es lo que tenemos que vigilar después\». Además, ha recalcado en la importancia del trabajo coordinado y multidisciplinar de diversas especialidades para obtener estos buenos resultados. De hecho, los servicios pediátricos del Hospital La Fe de Oftalmología (Rafael Martínez-Costa y Miguel Harto), Oncología (Julia Balaguer y Victoria Castel) y Radiología Intervencionista (Víctor Vázquez y María Jesús Esteban) han iniciado la aplicación de esta técnica en coordinación con el Centro Oncológico Memorial Sloan-Kettering Cancer Center, de Nueva York. El retinoblastoma es un tumor propio de la infancia con una incidencia de cuatro casos por cada millón de habitantes y que suele aparecer en torno a los 18 meses de vida. La supervivencia ha aumentado considerablemente en los últimos años debido a un mayor conocimiento de los síntomas, tales como la leucocoria (mancha o reflejo blanco en la pupila) o el estrabismo, en los centros de atención primaria. De esta manera se obtiene un diagnóstico más precoz, lo que permite a su vez orientar progresivamente los esfuerzos en el abordaje de la enfermedad con vistas a mejorar la calidad de vida de los pacientes. Respecto al tratamiento, Julia Balaguer apuntó que \»es muy complejo y ha cambiado mucho a lo largo de las últimas décadas. Inicialmente era un tratamiento que brindaba una supervivencia de un 15% de los pacientes, pero hoy en día esta se ha elevado hasta el 98%\». Según la especialista, las causas son tres: diagnóstico cada vez más precoz; estratificación de los pacientes según su riesgo, y abordaje integral y multidisciplinar por parte de un equipo experto. En general, apuntó que \»se está trabajando con quimiorreducción para conseguir reducir el tamaño del tumor y que el oftalmólogo trate con termoterapia o crioterapia. En algunos casos hay que añadir la radioterapia para consolidar\».
Valencia, Marzo 8, 2011 Diario Médico

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