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Cuando en el 2008 se desató un brote de dengue en el cálido y húmedo norte del estado australiano de Queensland, Nicola Strange estuvo entre los cientos de habitantes que contrajeron la enfermedad. Ahora presta su jardín para estudios científicos.
Junto con su esposo, Strange ofrece voluntariamente su propiedad a científicos para que realicen una investigación que, esperan, sea el próximo paso de un ambicioso plan para erradicar esta infección, que cada año causa miles de muertes en áreas tropicales.
\»Nunca me sentí tan mal\», dijo Strange, recordando cuando padeció dengue de tipo II.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), unas 50 millones de personas se infectan cada año con uno de los cuatro serotipos de dengue. La enfermedad es endémica en más de 100 países, y alrededor de 2500 millones de personas están en riesgo de contraerla en el mundo, particularmente en entornos tropicales urbanos y semiurbanos.
Asia sudoriental y el Pacífico occidental representan el 75% de todos los casos de dengue, mientras que áreas de África, América y el Mediterráneo oriental también están amenazadas.
Un pequeño porcentaje de personas infectadas con dengue desarrollan la fiebre hemorrágica, su forma potencialmente fatal. Los niños son particularmente susceptibles a esta variedad. Identificada por primera vez en los años 50 en Filipinas y Tailandia, la hemorrágica es una de las principales causas de hospitalización y muerte entre los más jóvenes de Asia.
De los 500 000 casos de dengue hemorrágico -la mayoría infantiles- que la OMS estima requieren hospitalización cada año, alrededor del 2,5% sucumben a la enfermedad. Esta proporción de casos fatales aumenta sustancialmente cuando no se recibe el tratamiento adecuado.
En las últimas décadas hubo un drástico aumento de las infecciones por dengue. Previo a 1970, apenas nueve países habían experimentado una epidemia de la variante hemorrágica. Para 1995, más del cuádruple habían tenido brotes similares.
Con este panorama se encuentra el equipo internacional de científicos del proyecto \»Eliminemos el dengue\». Procedentes de Australia, Tailandia, Vietnam y Estados Unidos, los científicos centran sus esfuerzos en el mosquito Aedes aegypti, responsable de la mayoría de las infecciones por dengue en el mundo. También realizan otra investigación sobre el mosquito Aedes albopictus, un vector secundario de la enfermedad.
Las pruebas en el desarrollo del proyecto, en un tiempo de 12 semanas, comenzaron a principios de este mes en la localidad de Cairns, en el norte de Queensland. \»Estos ensayos son el siguiente paso en una larga secuencia de trabajo que venimos haciendo desde hace muchos años\», dijo Scott O\’Neill, de la Universidad de Queensland.
Los científicos esperan que la bacteria Wolbachia se propague sobre las poblaciones de Aedes aegypti en las áreas de prueba al aparearse con mosquitos ya infectados con ésta. Estos mosquitos fueron infectados a propósito con la Wolbachia, que no puede transmitirse a humanos, en un laboratorio de Cairns, y son liberados paulatinamente en los patios de pobladores como Nicola Strange.
Los organizadores del proyecto recibieron la aprobación de la gubernamental Autoridadad Australiana de Pesticidas y Medicinas Veterinarias, para llevar a cabo sus investigaciones. Y la Organización de Investigaciones Científicas e Industriales de la Commonwealth calificó a sus métodos como con el menor riesgo posible.
Antes los investigadores se habían centrado en la capacidad de la Wolbachia de acortar la vida de los mosquitos. En el 2009, el equipo concluyó que los 30 días que vive el Aedes aegypti se reducían a la mitad cuando se infectaban con ciertas cepas de Wolbachia.
Éste no es un dato menor, ya que el Aedes aegypti no puede transmitir dengue hasta que alcanza entre los 12 y 15 días de edad, lo que reduce drásticamente su capacidad de contagiar a los seres humanos. Pero hacer que el mosquito viva menos ya no es el principal objetivo del proyecto.
\»Durante nuestros estudios concluimos que, cuando inoculamos la bacteria en el mosquito, en realidad bloqueamos la capacidad del dengue de replicarse en el insecto. Así que abandonamos las cepas de Wolbachia que acortan la vida y pasamos a otras que no lo hacen, sino que simplemente interfieren con la replicación del dengue\», dijo O\’Neill a IPS.
Se espera que esto altere el ciclo transmisor en los mosquitos que no portan naturalmente el virus del dengue. El Aedes aegypti debe adquirir la enfermedad de una persona infectada antes de poder transmitir el dengue a otra persona.
Cuando concluyan los estudios en Cairns, los investigadores pasarán varios meses cazando mosquitos para determinar hasta qué punto se propagó la bacteria Wolbachia.
Si tiene éxito, el equipo de \»Eliminemos el dengue\» se centrará este año en pruebas a mayor escala en Vietnam, además de realizar otras en el 2012 en Cairns.
\»Si estos experimentos resultan exitosos podremos esperar una total implementación y control del dengue en la región de Cairns en un período de 2 a 4 años. Si hallamos dificultades inesperadas, por ejemplo si quisiéramos determinar que la infección con Wolbachia no se propagó fácilmente en las poblaciones de mosquitos, entonces puede llevar más tiempo ajustar la tecnología hasta que estemos listos para utilizarla a pleno\», dijo O\’Neill.
Para Nicola Strange, ofrecer voluntariamente su jardín para estos estudios fue una decisión fácil. Aunque ahora es inmune al dengue de tipo II, sigue en riesgo de contraer los otros, y ha aumentado sus posibilidades de desarrollar la variedad hemorrágica si se vuelve a infectar.
Melbourne, enero 29/2011 (IPS)