Según las estimaciones actuales, la prevalencia de la demencia alcanza casi los 47 millones de casos en el mundo y se espera que esta cifra se triplique en 2050. Actualmente no hay tratamientos farmacológicos disponibles para la enfermedad de Alzheimer (EA), el tipo de demencia más estudiado, que modifiquen su trayectoria.

alzheimers-3034960_960_720_0De ahí que las actuaciones destinadas a retrasar su avance y la aparición de los primeros síntomas cobren especial importancia para la comunidad científica. Un estudio, en el que han participado investigadores del Centro de Tecnología Biomédica de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), establece que el entrenamiento de la memoria presenta importantes beneficios en los mayores con deterioro cognitivo subjetivo (DCS), lo que podría hacer que se retrase el avance de la EA.

“Nuestro objetivo era explorar si la reserva cognitiva, las funciones ejecutivas y la capacidad de memoria operativa sirven para pronosticar el rendimiento de mayores con y sin pérdidas subjetivas de memoria en comprensión de oraciones y tareas de denominación después de la aplicación de un programa de entrenamiento”, explica Inmaculada Rodríguez Rojo, investigadora del Laboratorio de Neurociencia Cognitiva y Computacional de la UPM y una de las autoras de este trabajo.

Aunque hasta el momento no existe un tratamiento específico contra el avance de la EA y su progresión, sí hay evidencias científicas que sugieren que ciertas actividades intelectuales a lo largo de la vida podrían facilitar a las personas el uso de sus recursos cognitivos para soportar el deterioro cerebral progresivo debido a la enfermedad.

“Si las actividades cognitivas de nuestra vida diaria constituyen un factor protector contra la EA, también es posible que los programas de entrenamiento cognitivo puedan producir beneficios semejantes o incluso mayores en personas con más riesgo de padecerla, como es el caso de los mayores con DCS, es decir, personas que tienen la sensación de que sus funciones cognitivas se han deteriorado, pero que aún presentan un rendimiento en pruebas neuropsicológicas dentro del rango normal de ejecución. En este contexto, es interesante averiguar qué factores condicionan los resultados del entrenamiento y cuáles no, con el fin de mejorar los programas de intervención existentes”, añade la investigadora.

Para ello, se estudió el comportamiento de un total de 66 mayores, todos hablantes de español. Treinta y cinco de ellos fueron clasificados como mayores con DCS. El resto, treinta y uno, eran mayores cognitivamente intactos. Así pues, la comprensión de oraciones y la denominación se evaluaron en dos momentos: inmediatamente después del reclutamiento (en línea de base), y seis meses después, una vez completado el programa de entrenamiento cognitivo de la Unidad de Memoria del Ayuntamiento de Madrid (UMAM).

Más eficaz antes de los primeros síntomas

“Los resultados de nuestro análisis mostraron que, tras el entrenamiento, el grupo con DCS se beneficia más del entrenamiento que los mayores cognitivamente intactos. También observamos que los mayores beneficios en comprensión y denominación después del entrenamiento se producen en aquellos mayores cognitivamente intactos que presentaban un peor funcionamiento ejecutivo y baja capacidad de memoria operativa antes del entrenamiento”, explica Ramón López-Higes, profesor titular de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid e investigador principal del subproyecto en el que se enmarca este trabajo.

“Esto sugiere que el entrenamiento de la memoria puede retrasar el deterioro cognitivo, pero que para que este sea más eficaz es necesario comenzar en las etapas más iniciales de la enfermedad, cuando los síntomas evidentes aún no han comenzado a manifestarse”, añade.

Los resultados pueden ser útiles para seleccionar de antemano los casos de mayores cognitivamente intactos que pueden beneficiarse en mayor medida del entrenamiento cognitivo en el dominio del lenguaje y para flexibilizar los programas de entrenamiento, adaptándolos a las necesidades de cada paciente. “Los datos que hemos obtenido establecen la necesidad de adaptar el programa UMAM de manera flexible (por ejemplo, en el número de sesiones) a las características de los usuarios y a las funciones específicas que se intentan mantener o mejorar” a lo largo del proceso de envejecimiento normal, concluyen ambos investigadores.

En el presente trabajo de investigación, que ha sido publicado en  Frontiers in Aging Neuroscience, colaboran el Laboratorio de Neurociencia Cognitiva y Computacional del Centro de Tecnología Biomédica (Universidad Politécnica de Madrid – Universidad Complutense de Madrid; UPM – UCM), los servicios de Neurología, Geriatría, y Psiconeuro-endocrinología y Genética del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, el Centro de Prevención del Deterioro Cognitivo del Ayuntamiento de Madrid, así como investigadores de la Facultad de Psicología de la UCM.
diciembre 2/2018 (agenciasinc.es)

diciembre 3, 2018 | Lic. Heidy Ramírez Vázquez | Filed under: Enfermedad de Alzheimer, Enfermedades neurodegenerativas, Neurología | Etiquetas: , , |

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