Los juguetes electrónicos se asocian con una reducción en la calidad y la cantidad del lenguaje en comparación con el juego con libros o juguetes tradicionales. Estos deberían valorarse como alternativa para promover el desarrollo temprano del lenguaje, según un trabajo que se publica en «JAMA Pediatrics«.
El entorno del bebé influye en su aprendizaje del lenguaje, que a su vez afecta a sus habilidades con la lectura. Científicos estadounidenses liderados por Anna V. Sosa, de la Universidad del Norte de Arizona (EE UU), han querido indagar sobre qué tipo de juguetes crean un entorno más favorable para la adquisición del lenguaje, según informa la Agencia SINC.

El resultado de su investigación, que se publica en «JAMA Pediatrics», con ciertas limitaciones, es que los juguetes electrónicos con luces y sonidos se asocian con el empleo de un lenguaje de menor calidad y menos rico en palabras, en comparación con el intercambio oral que mantienen padres e hijos al compartir libros y juguetes tradicionales, como un rompecabezas de madera.

Los investigadores grabaron los sonidos de 26 parejas de padres y niños de entre 10 a 16 meses de edad mientras jugaban en sus casas. Los participantes recibieron tres tipos de juguetes: electrónicos (un ordenador para bebés, una granja con sonidos y un teléfono móvil); tradicionales (rompecabezas de madera maciza y bloques de caucho con fotos); y cinco libros de cartón con animales de granja, formas o colores.

Mientras jugaban con los instrumentos electrónicos, los padres utilizaron menos giros conversacionales, produjeron un menor número de respuestas y emplearon menos palabras con contenido específico que cuando jugaban con los libros o rompecabezas.

Los expertos también observaron que los niños vocalizaban menos mientras jugaban con los instrumentos electrónicos que con los libros, y que los padres usaban menos palabras durante el juego con elementos tradicionales que mientras jugaban con los libros. «Estos resultados proporcionan una base para desalentar la compra de juguetes electrónicos, anunciados como educativos y que suelen ser bastante caros. Además, se suman a la gran cantidad de evidencias que respaldan los beneficios potenciales de la lectura en niños muy pequeños», afirman los autores.

Tras sus conclusiones, los expertos son conscientes de las limitaciones del trabajo, como el pequeño tamaño de la muestra y la similitud de los participantes por raza, etnia y nivel socioeconómico.

Potenciar el lenguaje

En un editorial publicado en la misma revista, Jenny S. Radesky, de la Universidad de Michigan, y Dimitri A. Christakis, del Hospital Infantil de Seattle, hacen balance de los resultados obtenidos por el equipo de Sosa. «Los juguetes electrónicos que tienen luces o producen ruidos son muy eficaces a la hora de llamar la atención de los niños con la activación de su reflejo de orientación. Este reflejo primitivo obliga a la mente a concentrarse en nuevos estímulos visuales o auditivos», explican. Sin embargo, el trabajo de Sosa indica que los juguetes electrónicos hacen algo más que dirigir la atención de los niños: parecen reducir la interacción verbal entre ellos y sus padres.

Según Radesky y Christakis, este detalle es la clave, porque los turnos de conversación durante el juego no solo sirven para que los niños aprendan a hablar, sino que también abonan el terreno para desarrollar habilidades sociales, como el respeto por los turnos y las ideas de los otros; o la adquisición de papeles durante el juego.
diciembre 31/2015 (Diario Médico)

enero 1, 2016 | Lic. Heidy Ramírez Vázquez | Filed under: Pediatría | Etiquetas: , , |

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