Podría haber un modo sencillo de ayudar a detectar las señales tempranas de autismo en los hermanos de niños que tienen el trastorno, sugiere una nueva investigación.

autism2El estudio, que contó con 184 niños con un riesgo alto de autismo, halló que los que acabaron teniendo el trastorno normalmente empezaban a mostrar algunas «señales de advertencia» ya desde los 12 meses de edad.

En concreto, tenían una tasa inusualmente alta de conductas repetitivas, como agitar las manos o los brazos, moverse de un lado a otro o concentrarse de manera obsesiva en un juguete.

Cierta cantidad de conductas repetitivas es normal en los bebés, dijo el investigador principal, Jason Wolff, profesor asistente de psiquiatría en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill.

«Pero en los niños que se desarrollan normalmente, eso suele llegar a su máxima expresión a los 6 meses», dijo Wolff, que presentará sus hallazgos el sábado en la Reunión Internacional de la Investigación sobre el Autismo, en Atlanta.

«En los niños que acaban por tener autismo, la conducta repetitiva sigue siendo muy prevalente, o incluso aumenta, a los 12 meses», indicó Wolff.

Wolff comentó que una ventaja de observar los comportamientos repetitivos es que los padres pueden informar sobre ellos con una «medida con lápiz y bolígrafo» sencilla. Y es posible que dicha herramienta pudiera usarse también para la evaluación del autismo en los niños con un riesgo promedio, añadió.

Se necesitan más investigaciones antes de que la conducta repetitiva pueda usarse como parte de una herramienta de evaluación temprana, según el Dr. Andrew Adesman, jefe de pediatría del desarrollo y de la conducta en el Centro Médico Pediátrico Cohen de Nueva York en New Hyde Park, Nueva York.

«Se trata de una observación promisoria, pero necesita refinarse antes de que pueda tener una utilidad clínica», comentó Adesman, que no participó en el estudio.

Wolff se mostró de acuerdo. Por un lado, dijo, su equipo quiere refinar el modo de medir la conducta repetitiva. Y cada herramienta de evaluación no solamente tendría que detectar el autismo de forma fiable, sino también tener un riesgo pequeño de «falsos positivos».

«Pero este estudio es un buen punto de partida», dijo Wolff.

Las causas precisas del autismo no están claras, pero los genes tienen su relevancia. Cuando un niño tiene autismo, sus hermanos tienen un riesgo alto, con aproximadamente un 20 % de probabilidades de padecer el trastorno, indicó Wolff.

Y hay una «gran necesidad» de encontrar medios para detectar a los niños de forma temprana, dijo. En general, señaló Wolff, cuanto antes puedan recibir la terapia del habla y de la conducta para el autismo, mejor les irá a los niños a largo plazo.

Pero hasta ahora, los investigadores no han examinado si la conducta repetitiva puede servir como señal de advertencia temprana.

«Hubo un tiempo en que se creía que la conducta repetitiva no se manifestaba realmente hasta la edad de preescolar», dijo Wolff. Pero la investigación reciente, incluyendo el estudio actual, ha mostrado que eso no es cierto.

Para realizar el estudio, el equipo de Wolff dio seguimiento a 59 niños con un riesgo promedio de autismo y a 184 que tenían un riesgo alto porque un hermano mayor tenía el trastorno. Cuando los niños tenían entre 12 y 24 meses de edad, sus padres rellenaron un formulario estándar sobre las conductas repetitivas.

En general, a 42 de los niños con un riesgo alto se les diagnosticó autismo a los 2 años de edad. Y esos niños habían mostrado muchas más conductas repetitivas a los 12 meses de edad (un promedio de 4 a 8 tipos distintos), indicó Wolff, frente a 1 o 2 de los niños que no fueron diagnosticados de autismo.

Aun así, se trata de una diferencia promedio entre dos grupos, indicó Adesman. El truco, dijo, es trasladar eso a una evaluación que pueda detectar de forma fiable a los niños individuales que acabarán teniendo autismo.

«Existe el riesgo de que se pudiera identificar a demasiados niños, y darles a algunos unos servicios que no necesitan», dijo Adesman.

Pero se mostró de acuerdo en que hacen falta herramientas para la evaluación temprana, y señaló que este estudio apunta a un posible modo.

Los investigadores también están examinando otras maneras. En un estudio separado del que se informó en la reunión, un equipo del Hospital Pediátrico de Boston usó electroencefalogramas (EEG) para medir la actividad cerebral de 208 bebés y niños pequeños. Hallaron que las lecturas, tomadas con electrodos colocados en el cuero cabelludo, podían distinguir a los pequeños con un riesgo alto de los que tenían un riesgo promedio de autismo.

Y en algunos casos, las lecturas de los EEG podían distinguir a los niños que acabaron teniendo autismo de los que no.

Debido a que los hallazgos de ambos estudios fueron presentados en una reunión y no han sido publicados todavía en una revista revisada por profesionales, los resultados deben considerarse preliminares.
mayo 15/2014 (Medlineplus)

Wolff JJ, Botteron KN, Dager SR, Elison JT, Estes AM, Gu H.Longitudinal patterns of repetitive behavior in toddlers with autism.J Child Psychol Psychiatry. 2014 Feb 19. doi: 10.1111/jcpp.12207.

mayo 20, 2014 | Dra. María T. Oliva Roselló | Filed under: Enfermedades Neurológicas | Etiquetas: , , |

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