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El ictus son un conjunto de enfermedades que afectan a los vasos sanguíneos que suministran la sangre al cerebro. Este grupo de patologías, conocidas popularmente como embolias, también se denominan accidentes cerebrovasculares (ACV) y se manifiestan súbitamente. El ictus es el equivalente a un infarto de corazón, pero en el cerebro.
El riesgo de ictus es mayor en los enfermos diagnosticados de cáncer, que aumenta significativamente en dependencia de la agresividad mostrada por el cáncer.
Un estudio comparativo realizado en una muestra de 327 mil 389 de enfermos mayores de 66 años de edad con diagnóstico previo de cáncer de mama, colorrectal, de pulmón, de próstata o de páncreas, y un grupo control de personas sanas coincidentes en la edad, el sexo, la raza y las morbilidades médicas.
Quienes padecían cáncer presentaban un riesgo mucho más alto de ictus, y el riesgo más alto se observó en los tres primeros meses tras el diagnóstico de cáncer, cuando la intensidad de la quimioterapia, la radioterapia y otros tratamientos por lo general es más elevada, en comparación con los adultos mayores sin cáncer.
El riesgo más alto de ictus se vio en los pacientes de cáncer de pulmón, páncreas y colorrectal, que con frecuencia se diagnostican en etapas avanzadas.
El riesgo de ictus más bajo se halló entre quienes padecían cáncer de mama o próstata, que muchas veces se diagnostican cuando los pacientes tienen tumores localizados.
Uno de los motivos que se analizan para explicar este vínculo es que el cáncer y sus tratamientos afectan a los vasos sanguíneos y al sistema de coagulación del organismo, haciendo que la sangre se vuelva más espesa.