Un truco molecular que evitó que nuestros antiguos ancestros murieran de hambre podría estar contribuyendo ahora a la actual epidemia de obesidad, según una nueva investigación de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York que publica este martes la revista científica Cell Reports.

gordosEn los tiempos de inanición, explican los investigadores, los animales tenían más probabilidades de sobrevivir si podían acumular y estirar la energía almacenada. Incluso si un animal se aseguraba un raro banquete, la evolución le favorecía al almacenar el exceso de combustible como grasa, ante la posibilidad de una rápida vuelta a la falta de alimento.

‘Descubrimos un mecanismo anti-hambre que se ha convertido en una maldición en tiempos de abundancia porque considera que el estrés celular creado por comer en exceso es similar al estrés creado por la inanición, y frena nuestra capacidad de quemar grasa’, advierte la autora principal del estudio, la doctora Ann Marie Schmidt, doctora de Endocrinología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York.

El estudio revela que la función natural de una proteína llamada RAGE en la superficie de las células grasas es detener la descomposición de la grasa almacenada frente al estrés. Su existencia puede explicar en parte por qué el 70 por ciento de los adultos estadounidenses tienen sobrepeso o son obesos, según la Asociación Americana del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés). En marzo de 2017, la AHA anunció una subvención para ayudar a los investigadores a encontrar explicación al ‘freno metabólico‘.

Los fondos de la AHA siguieron a un estudio de 2016 en el que se descubrió que los participantes de ‘America’s Greatest Loser’ (un reality show estadounidense de competición para perder peso) recuperaron sus kilos perdidos una vez que terminó el programa. ¿Por qué sus metabolismos se detuvieron ante la pérdida de peso, como si sus cuerpos estuvieran empeñados en volver a la obesidad?

Según los autores, la forma más eficiente para que la evolución creara un mecanismo anti-hambre era a partir de sistemas antiguos que ayudaban a los animales a usar alimentos para obtener energía celular y recuperarse de una lesión. También se conectó a estos mecanismos primarios la hormona adrenalina, que señala la conversión de la grasa en energía cuando los animales huyen de los depredadores o para generar calor en el cuerpo cuando se enfrían.

Esta convergencia, a través de las mismas proteínas de señalización, significa que RAGE puede bloquear la ‘quema’ de la grasa que se requiere cuando nos morimos de hambre, nos congelamos, nos lesionamos, entramos en pánico o, irónicamente, comemos de más.

De acuerdo con el nuevo estudio y los experimentos realizados en otros lugares en tejidos humanos, RAGE se activa con los productos finales de la glicación avanzada (AGE), que se forman cuando el azúcar en la sangre se combina con proteínas o grasas, la mayoría de las veces en pacientes ancianos, diabéticos y obesos. Otras moléculas también activan RAGE, como las que se liberan cuando las células mueren y derraman su contenido en espacios intracelulares en respuesta al estrés.

Una posibilidad inquietante, dice Schmidt, es que muchas proteínas y grasas han venido a activar la ruptura de RAGE a medida que se deforman y acumulan (como oligómeros tóxicos) en personas que comen más que sus ancestros.

El estudio actual descubrió que la eliminación de RAGE de las células de grasa hizo que los ratones ganaran hasta un 75 por ciento menos de peso durante los tres meses de alimentación con alto contenido de grasa, a pesar de cantidades iguales de consumo de alimentos y actividad física, que los ratones con el RAGE en marcha.

El trasplante de tejido graso que carece de RAGE en ratones normales también disminuyó el aumento de peso al ser alimentados con una dieta alta en grasas.

En ambos grupos de experimentos, la eliminación de RAGE de las células de grasa liberó los mecanismos de frenado que restringían el gasto de energía. Una vez liberado, el gasto de energía aumentó, contribuyendo a la reducción del aumento de peso corporal en ratones con la dieta grasa.

El nuevo estudio complementa el descubrimiento del equipo de compuestos experimentales que se adhieren a la cola de RAGE. Desde allí, evitan que rechace la acción de la proteína quinasa A, un actor clave en la reacción en cadena que termina con una proteína llamada UCP1 que convierte la grasa en calor corporal.

El equipo de investigación planea, una vez que optimicen el diseño de estos ‘inhibidores de RAGE’, examinar si los agentes pueden evitar que los pacientes de cirugía bariátrica y los que se someten a regímenes médicos de pérdida de peso recuperen la pérdida del mismo.

Los investigadores destacan que RAGE es mucho más activo durante el estrés metabólico (por ejemplo, morir de hambre o comer en exceso) que en la función diaria, lo que sugiere que se puede interferir de manera segura a través de los medicamentos, según los autores.

Debido a que RAGE evolucionó fuera del sistema inmunológico, bloquearlo también puede reducir las señales inflamatorias que contribuyen a la resistencia a la insulina que impulsa la diabetes –dice Schmidt–. Además, tales tratamientos pueden disminuir la inflamación de todo el sistema relacionada con el riesgo de aterosclerosis, cáncer y enfermedad de Alzheimer‘.

julio 22/ 2019 (Europa Press) – Tomado del Boletín temático en Medicina. Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.

 

julio 23, 2019 | Dra. María Elena Reyes González | Filed under: Endocrinología, Endocrinopatías | Etiquetas: , , , |

Comments

Comments are closed.

Name

Email

Web

Speak your mind

*
  • Noticias por fecha

    julio 2019
    L M X J V S D
    « jun   ago »
    1234567
    891011121314
    15161718192021
    22232425262728
    293031  
  • Noticias anteriores a 2010

    Noticias anteriores a enero de 2010

  • Suscripción AL Día

  • Categorias

    open all | close all
  • Palabras Clave

  • Administración